Al igual que el desconocimiento de una ley no te exime de cumplirla, no conocer la historia tampoco la borra. El debate sobre el cambio de nombre del Estadio Municipal sigue dando de sí, en parte alimentado desde las páginas de todos los periódicos locales pero también está a pie de calle. Y es que esta ciudad está tan ligada a su equipo que resulta complicado pasear por sus calles sin cruzarse con alguien que lleve el escudo en la camiseta, la mascarilla o incluso en la piel.
Cuando preguntamos al azar a algunos de estos vecinos qué opinan sobre el cambio hay una respuesta que se repite con frecuencia: “hay problemas más importantes en Cádiz y más cosas que hacer antes que cambiar un nombre”. Este es uno de los argumentos más recurrentes. Aunque también existe un gran desconocimiento por parte de la población de quién fue Ramón de Carranza, cómo llegó a la alcaldía y por qué hay que quitarle su nombre al estadio.
“El cambio lo veo mal, porque el nombre de Ramón de Carranza no es algo fascista”. Nos lo cuenta a las puertas del Mercado Central un caballero que, por pura casualidad, se llama Ramón. Sabe que Carranza fue un alcalde de Cádiz, pero reconoce no saber nada más a cerca de su figura. A su lado está Antonio, tan cadista que le conocen como ‘El Cai’, con su puesto de camarones. Él tiene claro cuál es el nombre que le gustaría que llevara su estadio: “Debería llamarse Mágico González, que es el que ha dado mucho al equipo”. Sin embargo su deseo no será posible, ya que se descartó por unanimidad en la comisión que las nominaciones personales formaran parte del proceso.
Ya dentro de la plaza nos cruzamos con Pepe, que cree que “deberían dejar Carranza, y que le quiten Ramón”. Pepe sí sabe que estamos hablando de un alcalde franquista, “por eso entiendo que tengan que quitarle su nombre, aunque podrían dejar Carranza solo”.
Francis, desde su puesto de pescado, piensa que “es un absurdo, porque ¿a qué viene cambiar ahora el nombre del estadio? Hay cosas más importantes en Cádiz”. Añade que él ve “bien que se le quiera cambiar, que lo cambien, pero no hay que darle tanta importancia”.
Justo a la altura del Melli aparece Luis doblando la esquina con el escudo en su mascarilla. Es el más joven de todos los que han dado su opinión. Considera que “si es por el tema de la Ley de Memoria Histórica no me parece mal, aunque aquí, aunque se le cambie el nombre, la gente seguirá llamándole Carranza, igual que a este supermercado le siguen diciendo Simago y hace muchos años que ya ni existe. Pero no me parece mal, hay que dejar de hacerle homenajes a los fascistas y hay que cerrar heridas”.
En las próximas semanas se abrirá la votación en la que sólo podrán participar personas censadas en la ciudad. Hasta entonces el debate seguirá abierto.