La pasada semana la residencia de mayores Novo Sancti Petri estaba de celebración. El vigésimo aniversario de este centro fue celebrado por todo lo alto por usuarios, profesionales y familiares: Entrega de regalos conmemorativos, actuaciones de magia, globoflexia, pintacaras, mesa de dulces y hasta bailes que fueron compartidos por los más longevos de la residencia.
Dos décadas que han pasado muy rápido, como constatan los trabajadores del centro, “llenas de momentos de alegría, pero también con una pandemia que ha ayudado a evolucionar y crecer”.
Juan Carlos Campos, el director de zona de SATE, sociedad encargada de la gestión del centro, recordó los inicios de esta entidad. “Inicialmente, la proyección de este centro era la de construir una residencia para usuarios de alto nivel económico, que fuera una residencia internacional, pero ese proyecto no se llegó a consolidar, erigiéndose, finalmente, en lo que es hoy en día, un centro de atención a personas mayores con plazas concertadas públicas y privadas. Una residencia en la que atendemos a personas con la misma dignidad y atención cerca de su entorno y de sus familiares”.
En la actualidad, el centro tiene una capacidad de 120 plazas, de las cuales 82 son concertadas públicas y 38 privadas. Aunque el proyecto se pensó para atender los problemas de soledad de las personas mayores y no de dependencia, “la evolución y el envejecimiento de la población nos ha llevado a atender a más personas en situación de dependencia. A partir de ahí, los perfiles a los que nos dedicamos son mixtos, residentes autónomos, cada vez menos, y personas con distintos niveles de dependencia. Esta es la razón por la que contamos con profesionales de ámbitos muy diferentes, desde trabajadores sociales y psicólogos a personal sanitario como médicos, enfermeros o fisioterapeutas. Toda nuestra plantilla se dedica a elaborar planes diarios de atención personalizada a cada usuario”.
Un hogar para los mayores
“Queremos y creemos que las residencias se constituyen como el hogar de todas las personas que no pueden residir en su entorno de referencia. Nuestro propósito continúa siendo dar este servicio con calidez, cariño y con profesionalidad”, señala Campos.
El director el centro, Francisco García, coincide en la idea de que el centro sea “un espacio abierto a toda la comunidad”. Compartir las actividades que la sociedad ofrece e interactuar de forma permanente con ella les ayuda a nivel cognitivo. La psicóloga del centro Mariló de Alba, señala que “no solo nos dedicamos a los talleres de diario como manualidades, terapia o estimulación cognitiva, también les es gratificante la musicoterapia, los juegos, el bingo, la gimnasia terapéutica o los protagonistas de la residencia, en los que cada cierto tiempo hablamos de la vida de un usuario, su trayectoria en el centro y es una manera de que se conozcan entre ellos”.
Sin duda, lo que ha cambiado en estos veinte años ha sido la forma de gestionar la geriatría, “ha ido evolucionando y para bien. Antes era más hospitales, ahora estos centros se convierten en su casa, su barrio, y su hábitat con una filosofía más humana”, subraya Francisco García.
Los centros han ido evolucionando hasta convertirse en en el hábitat de estas personas con una filosofía más humana”