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¿Es un sueño el museo cofrade?

Artículo de la concejala socialista, Natalia Álvarez, para el especial de Cuaresma de 'Información Bahía'

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Ya comenté en otras ocasiones cómo los responsables de la redacción del nuevo Plan General de Ordenación Urbana de Cádiz -que todavía está pendiente de aprobación definitiva- han olvidado en el documento a los cofrades, pues en el mismo no se ha contemplado uno de los equipamientos más demandados por las hermandades gaditanas: el Museo Cofrade.Bien se dice en mi casa que “más hace el que quiere que el que puede” y esto en política es aún más visible.

Hay cuestiones que solo necesitan de un poquito de voluntad y ésta es una de ellas, máxime cuando este tema ha sido objeto de promesa electoral –de manera análoga al Museo del Carnaval- durante ya tres campañas del Partido Popular. Se trata de un ejercicio de deducción sencillo: ¿Cómo es posible que se diga que se quiere hacer un Museo Cofrade pero en el momento de dedicarse a diseñar la ciudad este proyecto ni siquiera se plantea? En mi opinión con esto queda claro que la intención de crear esta infraestructura es nula.Cuando pienso en el Museo Cofrade me imagino un espacio de muestra continua del exquisito patrimonio de nuestras hermandades, pero también de convivencia entre ellas, de trabajo codo a codo por agradar al visitante y mostrar la riqueza material e inmaterial de nuestra Semana Mayor.

Un lugar en el que trasladarse en cualquier época del año a la Semana de Pasión gaditana compartiendo sus peculiaridades y hermosura y donde el forastero sienta la necesidad de vivir una noche de intenso recogimiento.Un emplazamiento que podría albergar desde una biblioteca de temas cofrades hasta un auditorio donde los compositores gaditanos podrían presentar sus obras pasando por un archivo histórico sobre las cofradías, sus orígenes o la antigüedad y autoría de sus imágenes; o un mentidero cofrade donde poder debatir sobre todo lo relacionado con la Semana Santa; o una escuela taller de imaginería. Sería un lugar de referencia en el que podría desembocar una “línea morada” que, al igual que el resto de las líneas pintadas en el suelo para el turismo, marque al visitante el camino a seguir para conocer a fondo un mundo que hoy se encuentra olvidado por el Gobierno local.

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