El tiempo en: Conil

Scrable

Dame las palabras y no me digas nada. Solo quisiera saber cómo utilizarlas para que supieras que estoy aquí. Aquí intentando juntar letras donde a veces sobra todo y basta con mirar frente a frente a los ojos...

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Dame las palabras y no me digas nada. Solo quisiera saber cómo utilizarlas para que supieras que estoy aquí. Aquí intentando juntar letras donde a veces sobra todo y basta con mirar frente a frente a los ojos. Ah, pero hay cosas que no puedo decirte a los ojos. Tan sencillo como que no los tengo cerca para contemplarlos. Para llenarlos con los míos de sonidos que nacen de la ausencia.

Y en sueños, cuando apareces, me conformo con pasar la noche cerca de ti contemplando cómo te mueves en esa película irreal que me acompaña. A veces me ignoras y al despertar me atrapa el desasosiego de la adolescente que cada día se cruza en el pasillo del instituto con ese chico que le gusta pero que ni siquiera se fija en ella. Otras veces te veo y no me ves, pero sé, en mi onírica realidad, que estás deseando encontrarte conmigo. Porque soy como la cámara que graba y revisa cada una de las escenas. Noto tu soledad cuando me echas de menos, con la mirada perdida, donde estás sin estar. Pero mi yo soñado siempre tiene obstáculos que no me permiten llegar a tu lado, alguien que me para en medio de una calle, un desfile que pasa por la única calle por donde yo he de coger y no dejan de pasar interminables carrozas de colores que me desesperan. Suena el despertador y no quiero escucharlo. Ya estaba cerca.

Y, en ocasiones, cada vez más a menudo, eres tú quien me rescata de un trabajo tedioso, un enjambre de personas que hablan y hablan. Me coges de la mano y ya sé que no necesito nada más. Nada decimos, más nada hace falta. Nos sentamos juntos en un bordillo con los pies colgando y yo recuesto mi cabeza en tu hombro. Es tan real como que siento el tacto de tu jersey sobre mi mejilla y tus dedos acariciando los míos. Tan real que al abrir los ojos siento que estoy dormida soñando un sueño que no puedo controlar. Como todos los sueños.

Dame las palabras y no me digas nada. En el scrable de la vida aún no he conseguido juntar todas las letras para decirte que te quiero.

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