Podríamos decir que Obama ha medio venido, en la medida en que ha pisado tierra española, pero no sevillana. Sevilla era un zarcillo el día de antes, con las manillas de las puertas relucientes, los suelos abrillantados y las guitarras templadas para el cante.
No pudo ser, pero Obama habló, delante del Rey, a quién dijo que una vez, él vino en una mochila, como la mochila de Pablo. Pablo habría querido charlar con Obama, como dos colegas, sobre cómo ven el mundo cada uno, y sobre todo las series, las series americanas, que tanto entusiasmo suscitan en Europa.
Europa; dice Obama que EE.UU y España comparten valores. Él dijo que ambos, España y EE.UU. comparten los valores de la libertad y del estado de derecho. No fue exacto el mandatario en su apreciación. España es un Estado Social y democrático de Derecho que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.
Hay diferencias, y él las evidenció. No dijo Igualdad, y no dijo Democracia. No somos iguales los europeos que los americanos, en lo que al derecho se refiere, aunque en algunos periodos de nuestra historia hayamos de soportar políticos ineptos. El derecho continental tiene una importante herencia de todo el siglo XIX europeo, construido en torno a la dogmática jurídica que trae causa en el derecho romano. El derecho anglosajón carece de historia, es casuístico y poco construido en la teoría general del derecho. Pero Obama quiere firmar un Tratado del Libre Comercio con Europa, y también por lo tanto, con España.
La libertad, un valor que nos uniforma, pero no la igualdad, cuyas consecuencias hicieron a Obama reducir su tiempo de viaje, y a Sevilla quedarse vestida de una fiesta que no fue. EE.UU debería tener en cuenta las estadísticas de “accidentes” con la población de color. Nosotros no deberíamos firmar con Estados Unidos un tratado que no garantizara nuestra salud futura.