Es cierto que en situaciones puntuales, el fútbol está cargado de injusticias que suelen recaer en quienes menos lo merecen. Pero si existe un deporte naturalmente justo a la larga cualesquier sea el elemento afectado en cuestión, ese también es el deporte del balompié.
No se le olvidará fácilmente la noche del pasado martes a Álvaro Vadillo; el día que se reencontró con su mejor versión tanto futbolística como anímica, con un público entregado a la causa y la confianza de un entrenador que si mucho no se tuercen las cosas; tiene en sus manos un genuino diamante en bruto al que le queda por pulir.
Dos desbordes, dos asistencias y dos goles que dejaban sentenciada la eliminatoria al tiempo que la prensa local y nacional, se deshacía en merecidos elogios sobre la brillante actuación del joven canterano de Puerto Real.
No obstante, Mel, conocedor de su trayectoria, le ha puesto en sobreaviso para que al chaval no se le suba el éxito a las nubes. Su actitud no hace demasiado, defraudó al técnico verdiblanco y al propio club que veían en él síntomas de cierta indolencia tanto en el primer equipo como en el filial. Los focos que le otorgaron ‘grandes’ de Europa le despistaron en medida y aún con ello, la vida le volvió a dar una segunda oportunidad. ¿El futuro? Álvaro Vadillo tiene la palabra.
Lo quiso el Sevilla
Si hay alguien que conoce las categorías inferiores durante muchos años es Miguel Valenzuela. Dirigió la cantera a lo largo dela época de Lopera y sabe del potencial de Vadillo y en Radio Sevilla desvelaba una interesante curiosidad y el espejo en el cual reflejarle: “Desde juveniles tuvo propuestas de equipos muy importantes; una de ellas, del Sevilla; y el papel de su padre fue trascendental para que siguiese en el Betis. Es el futbolista más parecido a Joaquín. Sus cualidades son innatas”.
