La magia de Isco Alarcón, autor de un doblete, y la entrega del croata Luka Modric, que dirigió con maestría el tercer triunfo liguero madridista, tumbaron a un Athletic Club de Bilbao que pagó caros sus errores defensivos (3-1).
Pocos fichajes han enamorado con tanta velocidad a la afición del Santiago Bernabéu. La magia de Isco les ha embrujado desde el inicio. En su primer día ya coreaban su nombre, a la tercera jornada siente admiración en cada acción que entra en contacto con el balón. No es para menos. Le sobra personalidad para saltar a un estadio donde otros se hicieron pequeños y pedir el balón para inventar. Solidario en la presión y arquitecto de jugadas para el recuerdo. Lo tiene todo para marcar una época.
Su aparición en el partido destruyó un buen planteamiento de Ernesto Valverde con su Athletic. Sin Ander Herrera, pendiente de la opción de marcharse al Manchester United, pero con Beñat al mando y Mikel Rico estrenando titularidad en el equipo de su corazón. Sabedor del cambio de mentalidad del Real Madrid, salió a robarle el balón. Y lo consiguió.
En esos momentos en los que el conjunto madridista no encontraba fisuras en el planteamiento del rival para generar peligro, el Athletic dominó pero no inquietó a Diego López. Portero titular en un debate que se va apagando. Vio cómo Mikel Rico enganchaba una volea desviada, cómo Aduriz le intentaba sorprender sin éxito desde el centro del campo y cómo un centro de Iraola aumentaba el nerviosismo de la grada.
Duró poco porque apareció Luka Modric, otro futbolista que ha sabido dar con la tecla de lo que gusta a la afición madridista. El croata tira por tierra la figura del medio centro defensivo porque roba más balones que Khedira y se basta para construir con calidad. Generó el primer aviso blanco. Di María rompió con un desmarque la línea defensiva del Athletic, pero se precipitó con un mal disparo cuando se iba a plantar mano a mano ante Iago Herrerín.
Había un futbolista en el campo que esperaba su momento. Cristiano Ronaldo llevaba dos jornadas sin marcar y eso ya es noticia para un devorador como el portugués. En Granada hasta tuvo inicios de los gestos de ansiedad de otra época. Chutó arriba una falta, hizo lucirse a Herrerín con un derechazo desde la frontal y se desesperó con el egoísmo de Di María en una acción en la que estaba solo para marcar.
La igualdad del duelo la desequilibró Isco. El cambio de modelo de juego pasa en gran parte por él. Lanza paredes en reducidos espacios y aprovecha los espacios. Su desmarque lo vio Benzema, que envió un pase picado que pinchó con el pie derecho antes de rematar cruzado con la zurda. Otra vez el Bernabéu rendido a él.
El Athletic pidió penalti en una mano de Khedira que cortó el lanzamiento de falta de Beñat. Al segundo intento el centrocampista rozó la escuadra de Diego. El duro castigo a su esfuerzo llegó con un error grave defensivo al borde del descanso. Una falta lateral la puso Di María y Cristiano remató sin marcaje ajustado al poste. El primer tanto oficial de muchos por llegar esta temporada mataba el partido.
Porque el Athletic adelantó su defensa, ganó metros y el Real Madrid recordó el pasado, cómodo en su papel de contragolpeador. El peso del resultado era una losa imposible de levantar para el conjunto rojiblanco que no encontró la forma de hacer daño a su rival. Un tímido disparo de Iraola a manos de Diego fue su único remate hasta un gol que maquilló el resultado.
Antes Cristiano buscó más y hasta pecó de egoísmo. Se llenó de balón en una brillante carrera, con caño incluido a Gurpegui, que tuvo una mañana de sufrimiento. Su disparo lo detuvo Herrerín, cuando Di María estaba en disposición de marcar. El portero vasco dejó otra gran parada a una falta ajustada del portugués.
Con el triunfo en el bolsillo la grada mostraba sus gustos. A las ovaciones a Isco y Modric, que estaba en todos lados, sumaron una nueva queja a Benzema. Khedira lanzó un buen paso al hueco que le dejaba solo, pero el francés dudó en su carrera y desperdició su mejor ocasión. Los silbidos no tardaron en asomar. Los silenció Isco con un nuevo gol a pase de Karim, enganchando con la derecha un disparo inalcanzable para Herrerín.
Carlo Ancelotti dio paso a la ilusión de Jesé. La estrella de la cantera no se cansó de intentarlo en sus primeros minutos oficiales de la temporada. Se ganó la ovación por el esfuerzo que se pide a Benzema, pero no encontró el gol. Sí lo marcó Ibai para maquillar el resultado final.