Ciegos se quedan de “tanto mirarte” afirman en una presentación que retrata una mirada perdida y tétrica con ojos en blanco. Unos profetas ancianos que adivinan su futuro.
Nada halagüeño y nada esperanzador cuando las penas aparecen de una manera que se acopla en cada letra cantada (con un volumen bajo).
La profecía se cumple tal y como estaba esperada, no hizo falta esperar hasta el final para conocerlo. Oscuro e “impredecible” remantan en un estribillo que anuncia un popurrí afligido. El descanso llega sin predicciones y sin miramientos.