Pesado y jartible. Como él solo. Juan aguanta y aguanta. Sin agobios, sin dinero, sin casa y sin futuro soporta una a una a este cargante al que no deja. El Selu se la da mortal y sin miramientos.
Cargante e insoportable este recuerda la coincidencia de cantar con Antonio, el “más grande”. Eso sí, ni con uno ni con otro no se decide cual se quedará. Ni pesado por la compañía, nadie como este grupo para saber meterse en el tipo para defender una modalidad que solo el Selu sabe adaptarse como un guante.
Con la mano en el hombro, Juan tiene el cielo ganado. Irritante como nunca, la paciencia queda demostrada y recompensada por el público que detalla y detalla cada uno de los comentarios.
Despiden en pie y al grito de “campeones, campeones”, nunca un cargante fue despedido con tanto cariño.