La potencia del coro de Faly Pastrana puso el broche de oro a una función que finalizó con algún que otro hueco en el teatro.
El primer tango fue para maquillar algunas de las coplas más reconocidas del autor y en las que hablaba de la belleza de la mujer sin mencionar el resto de cualidades de su “reina guerrera”. El segundo, en cambio, fue para la inocencia de los niños y lo que podrían mejorar el mundo si fueran “capitán del barco”.
Los cuplés, para la decadencia al cumplir cuarenta años y para los novios de sus hijas. Buen pase.