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El Jueves

Va para largo

Si esperan que con todo lo que lleva pasando estos días atrás con el caso de Aldama y su posible “tirón de la manta”, con Ávalos, Cerdán, Montero y Koldo...

Publicado: 29/11/2024 ·
09:55
· Actualizado: 29/11/2024 · 09:55
  • Pedro Sánchez. -
Autor

Miguel Andréu

Miguel Andréu es comunicador y escritor. Actualmente, director de Andréu Comunicación

El Jueves

Este blog aborda temas generales de actualidad, preferentemente de interés local en Sevilla

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Si esperan que con todo lo que lleva pasando estos días atrás con el caso de Aldama y su posible “tirón de la manta”, con Ávalos, Cerdán, Montero y Koldo de por medio; con la señora Begoña y las implicaciones del personal de la Moncloa; con la mala gestión del gobierno en la DANA levantina; con la crisis interna destapada por Juan Lobato, líder del PSOE de Madrid, por el señalamiento directo a la Moncloa en la filtración de datos del novio de Isabel Díaz Ayuso, demostrando las malas artes de los fontaneros de palacio; con el Fiscal General del Estado y sus tejemanejes; si esperan, ya les digo, que Pedro Sánchez pueda verse afectado con algo de esto, se equivocan. A las pruebas me remito: no solo se muestra impasible ante este panorama sino que anuncia, ante el Congreso Confederal de UGT y entre aplausos y aclamaciones, que le quedan al menos 3 años de gobierno. Un detalle: por si no lo saben, el presidente cambió expresamente su agenda para poder acudir a esta reunión sindical, donde se dio un baño de masas en medio de la corrupción que le asedia, con una intervención en la que presumió de la buena gestión de su Gobierno a la hora de superar las crisis y anunció que se mantendrá en la Moncloa, a pesar de los múltiples casos que tiene a su lado. “Cuando me dicen ‘aguanta Pedro’ o ‘ánimo’, yo lo agradezco. Pero os digo una cosa: 3 años y los que vienen después de esos 3 años”. Ese es el rol del presidente.

Pedro Sánchez ha llegado a un estado donde todo le da igual. Todos mienten, menos él y sus correligionarios. Aquí nadie reconoce nada: ni sus ministros ni los suyos de confianza. Por mucho que los jueces les investiguen. En cualquier otro país europeo estos asuntos hubieran supuesto, al menos, alguna dimisión. Pero ya saben: en España no dimite nadie. La dimisión no está considerada deporte nacional.

Pero esto no es casual, la explicación es bien sencilla. El Gobierno y su presidente aguantan todos los chaparrones y corruptelas  necesarios porque saben que nadie les va a desalojar de sus bancos azules. Ni a ellos ni a sus altos cargos y asesores de confianza. Les sostienen el resto de formaciones políticas que conforman el Congreso de los Diputados, esa amalgama de partidos llamados a desaparecer más pronto que tarde y aquellos otros, léase PNV o BILDU, que prefieren seguir al lado de una banda semejante a la de Alí Babá que tener un gobierno conservador liderado por el Partido Popular y, en el peor de los casos, pactado con la ultraderecha de Vox.

Está más claro que el agua: anteponen el beneficio propio, que en algunos casos alcanza a la libertad de etarras que asesinaron a españoles de bien, que el beneficio global de este país. Así nos va. Así nos luce el pelo.

Mientras, hay quienes ponen tierra de por medio. Es el caso de Teresa Rivera, que una vez en Europa no querrá saber nada de lo que pasa por aquí. Se va en el momento más propicio de su carrera política, sin haber dado la cara ante el pueblo de Valencia. Igual se puede decir de la que fuera vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, hoy día  actual presidenta del Banco Europeo de Inversiones. También huyó de la quema.

A los españoles nos toca esperar a tiempos mejores. Mi duda es si esos tiempos llegarán. Sirvan estas líneas como toque de atención:oen el PP se espabilan o tendremos Sanchez para rato.

 

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