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El pobrecito hablador

Políticos low-cost

Yo, emborrizado del espíritu navideño como el azúcar emborriza un rosco de vino, me voy a sacrificar y les voy a ofrecer cambiar a ambas mi nómina por las suyas

Mi capacidad de sorpresa ante el ser humano no tiene límites; siempre hay personas que logran hazañas impensables y van más allá de todo lo imaginable.

Una de ellas es nuestra Celia, abanderada del puchero con hueso de cerdo. Defensora a ultranza de la productividad en el trabajo, busca las raíces de nuestras largas jornadas laborales. Del que las tenga, claro. Y la clave está en que nos pasamos el día hablando de motos, fútbol y demás chorradas que no llevan a nada, sólo a tener que echar más horas que un reloj. Y lleva más razón que una santa; vamos a europeizarnos, a regular nuestros horarios y a trabajar las horas justas y necesarias, las que hagan falta para terminar la tarea. O pasarte el nivel del Frozen. De los sueldos, ya hablaremos otro día. Ansiosos, que sois unos ansiosos.

La otra es Esperanza, esa mujer que se va pero se queda pero que se retira para arrimarse un poco más. Lo mismo un día mide el ancho de la acera como si Cristiano Ronaldo fuera a lanzar un libre directo, que al día siguiente nos abre su corazón y nos pone los pelos como escarpias, contándonos las penurias a las que se ve abocado cualquier cargo público. Como ella, que no llega con sus noventa mil euros anuales, y que tiene que ir de tiendecillas de saldo. Estoy seguro de que, por pudor, no nos cuenta nada de su necesidad de rebuscar entre las sobras de los restaurantes y tirar de cupones descuento para llegar a fin de mes.

Yo, emborrizado del espíritu navideño como el azúcar emborriza un rosco de vino, me voy a sacrificar y les voy a ofrecer cambiar a ambas mi nómina por las suyas. Así, a pelo, sin pensarlo. Espero que cunda el ejemplo, y cada españolito pueda llevarse a un diputado a su mesa. Pensad en ellos, en el coñazo de su día a día de coche oficial y sesiones parlamentarias insoportables; y sobre todo, recapacitad en las consecuencias de votar a políticos de tiendas de chinos.

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