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El Puerto

La sentida saeta de la cantaora Aroa Cala a la Virgen de La Amargura

La cantaora y saetera de El Puerto le dedica este piropo en forma de saeta a la Virgen de La Amargura y el pueblo responde entre aplausos, ovaciones y vivas

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Desde un balcón de la Calle Cielos y a pocos metros de la Parroquia de San Joaquín, la cantaora portuense Aroa Cala desprendió, ayer, puro sentimiento al interpretar una improvisada saeta que hizo palpitar los corazones allí presentes. Un vibrante grito cantado a la Virgen de La Amargura, que regresaba a su templo al final de su recorrido penitencial ante una calle abarrotada de público, que desprendió fervor y pasión por la Semana Santa portuense, pero especialmente por el Santísimo Cristo de la Flagelación y María Santísima de la Amargura.

No es la primera vez que la portuense le dedica una saeta a la imagen, por la que siente especial devoción desde pequeña: "Cada año es lo que le pido a mi Cristo flagelado y a mi Virgen de La Amargura, que me permita poder cantarle en mi tierra. Primero porque son mis imágenes de niña donde yo me he criado, mi barrio, mi Iglesia de San Joaquín. Esa Amargura más guapa no la hay, con todo mi respeto a todas las Vírgenes, que son las madres de nosotros". Y a la que también le cantaba, antes que ella, con tan solo doce años su hermana Nazaret. "Cuando La Amargura venía, cuando salía cogía por Chanca, Cervantes y Diego Niño para ir a la Plaza Isaac Peral. Es puro sentimiento, me transporta a mi niñez. No sé si se me nota cuando canto pero es que se me sale el corazón por la boca". Una saeta que expresa la pasión de "un pueblo" que respondió con aplausos y ovaciones hacia la saetera y vivas a la Virgen.  

Con el corazón encogido, y después de cantarle al Cristo, a Cala le salió por la garganta, desde lo más dentro de su alma, el piropo en forma de saeta para decir: 


"Para rezarte, para rezarte, he venido.

 Yo hago, a mi manera

 Y el corazón se me parte 

al ver tu cara,

al ver pena,

con mi saeta, quiero cantarte. 

Con mi saeta, vengo a cantarte;

con mi saeta, vengo a rezarte.

Son tan bellas tus mejillas, ¡qué grande es tu mirada!

¡Ay! Cuando tú vas para tu barrio y El Puerto se echa a llorar"

En la misma calle, a escasos metros, el cantaor Wilo del Puerto derrochó pasión y emoción dedicando, también, una saeta a ambas imágenes. 

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