La voz de alarma fue dada por el personal de limpieza del aeródromo, que vio un paquete sospechoso de forma cuadrada y del que pendían algunos hilos y en el que se veían cintas adhesivas, situado en un baño de hombres del aeropuerto milanés.
Tras el aviso, la Policía aisló la zona y los mostradores de facturación más cercanos al lugar donde se encontró el paquete, a la espera de que los artificieros procedieran a su inutilización mediante un chorro de agua que rompió el artefacto. El paquete no contenía material explosivo.