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España

Todo por la pasta

ENTRE la resaca del Mundial y la algarabía de la Feria, los ediles del PA están que se revuelcan de alegría. Mientras dura la juerga nadie se acuerda de ellos.

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ENTRE la resaca del Mundial y la algarabía de la Feria, los ediles del PA están que se revuelcan de alegría. Mientras dura la juerga nadie se acuerda de ellos. En cualquier caso, alguna fotillo en la caseta con los ancianos para refregarnos lo güena gente que son y para el carro, que ahora interesa practicar el ocultismo para no combar a la plebe en su ansia de cachondeo. Arreguindarse en el cierro del anonimato cuanto más alto mejor es lo que priva estos días mientras el pueblo solaza sus preocupaciones transitoriamente a mil decibelios por segundo con una copita de manzanilla en una mano sacudiendo el polvo de los tablaos al compás de la sevillana del verano. Ya habrá tiempo luego de ir capeando el temporal hasta mayo próximo donde el G-8 local garantizará otros cuatro años de prosperidad financiera a los bolsillos de alguno de sus elementos. Que ese y no otro, es el motivo que los mantiene asidos a la bitácora del puente de mando de esta Isla a la deriva.
Atrás quedaron los tiempos del romanticismo donde los ideales prevalecían sobre la codicia y el egoísmo. Aquellos chavales que se jugaban los cuartos con la brigadilla en los talones, vendiendo el Mundo Obrero y papeletas volateras para mantenerse unidos en la ilegalidad, se llevan las manos a la cabeza contemplando la corrupción moral en la que ha derivado el sentimiento de la lucha por unos principios nobles. Pero dejémoslo. Esto será tema para tratar en otra ocasión. Es un asunto demasiado digno como para mezclarlo con la adulteración dogmática del profesionalismo en el timo administrativo.
Aquí lo que interesa es mantenerse a flote a toda costa. La remuneración es demasiado suculenta como para dejarse influir por el disoluto desprecio ciudadano, expuesto siempre a la inestabilidad de juicio, propiciada por asuntos de mayor transcendencia que la simple contemplación de un escuadrón de incompetentes. De eso se valen. Del hastío popular para no incidir en su repulsa porque la vida sigue y bastante tiene cada cual con sus propias tribulaciones.
El amor propio es algo que hay que asear todos los días y está claro que algunos no se miran el alma desde que quebraron el espejo de su conciencia. Lo digo como lo siento y la única forma de cambiar de opinión, sería verlos trabajar por su pueblo por el mismo sueldo que ganarían en su actividad extra-política. Sin más complementos que los verdaderamente necesarios para que sus honorarios mensuales lleguen íntegros a sus hogares. Que dejen de cobrar dietas por cumplir con su obligación. Que opten por establecimientos menos ostentosos para sus almuerzos de trabajo. Que costeen las llamadas telefónicas personales de su bolsillo. Que no utilicen las instalaciones municipales para gestiones particulares. Que cumplan un horario sujeto a la intervención de su jefatura. Y sobre todo, que impregnen el cargo que ocupan del espíritu de servicio que la vocación desinteresada demanda sin otros fines ni propósitos que la servidumbre al pueblo que se deben.
Cuesta creer que el equipo de gobierno siga ignorando el clamor popular por el descontento con su gestión. En otros momentos podían prorratear la imputación con sus socios desterrados, pero ya no hay nadie con quien repartir ganancias. Están solos y acorralados. ¿Por qué mantenerse entonces en el punto de mira con el rosario de reproches que les asedia? No se. De lo único que estoy seguro es de que ninguno de estos ocho ciudadanos, soportaría un solo día más las miradas desengañadas y las manifestaciones de repulsa que padecen, si los dígitos de sus ingresos brutos, no superaran los de la renta media de cualquier funcionario de la Administración. Y no vale que digan que los que les increpan a la salida de los Plenos son cuatro gatos que no apoderan al pueblo. Esos paisanos representan una plataforma cívica de miles de personas que ya han demostrado su solidaridad por activa y por pasiva cuando las circunstancias así lo han requerido. Para mí tienen tanta legitimidad simbólica como la que tienen los andalucistas respecto al electorado que les dio su confianza. Y si me apuran, más aún, a la vista de las encuestas electorales realizadas por este medio la semana pasada.
La Feria termina hoy y a partir de mañana continuarán encubriendo sus miserias gestoras distrayendo la atención de la parroquia con los fastos de un bicentenario que pronto entrará en su recta final sin que en la ciudad quede rastro alguno de los réditos de su celebración. Aferrados al sillón como una lapa, pasan de investigaciones, de murmuraciones y de sonrojos. Han perdido el norte. Solo la ambición los mantiene en sus cargos. Sus ideales sufren la misma ruina que el Ayuntamiento que han destruido, pero siguen adelante. 2011 está ahí mismo y el olor a sueldo seguro supera cualquier consideración sobre la conveniencia de una decorosa retirada.
pacolaisla@yahoo.es

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