El Congreso de los Diputados que resulta de las elecciones muestra una mayor presencia de las fuerzas estatales de izquierdas, PSOE y Unidas Podemos; un crecimiento destacado de los independentistas (ERC, JxCat y Bildu) y una derecha partida en tres, con Cs al alza, el aliento enérgico de Vox y un PP hundido.
La Cámara Baja que afronte la XIII Legislatura regresará a la fragmentación de las primeras legislaturas, cuando una panoplia de formaciones políticas desembarcaban en el hemiciclo. Hasta nueve grupos protagonizaron los plenos de, por ejemplo, la II o la III.
Catorce partidos han conseguido en 2019 colarse con al menos un diputado en el Congreso: desde el regionalista PRC de Cantabria, que nunca hasta estas elecciones había logrado un escaño, al resucitado PSOE de Pedro Sánchez, que ha transformado en un mal recuerdo los 84 escaños que obtuvo en las elecciones de hace tres años.
Porque los socialistas han obtenido en los comicios del 28A dos millones de votos más que en 2016 y se ha elevado hasta casi los 7,5 millones, lo que se traduce en 123 escaños.
La ganancia compensa la contracción parlamentaria que sufre Unidas Podemos, que se queda en 42 diputados, incluidos los de la confluencia catalana.
Pareciera que el partido de Pablo Iglesias se ha dado de bruces con la recuperación del PSOE, pero ha conseguido mantener el tipo al permitir que la suma de diputados entre ambas fuerzas alcance la estimable cifra de los 165 escaños. En la anterior legislatura la suma fue de 151.
Se refuerza la izquierda y también se refuerza el arco parlamentario del independentismo. ERC ha ganado por primera vez las elecciones generales en Cataluña al incrementar los 9 escaños de 2016 hasta los 15 de ahora, y ello, unido a la resistencia del partido de Carles Puigdemont (antes PDeCAT y ahora JxCat), que preserva sus siete diputados, revitaliza el independentismo catalán en el Congreso.
22 escaños sumarán, frente a los 16 de hace apenas tres años, lo que les permitirá sacar músculo a sus reivindicaciones y, a buen seguro, llevar el conflicto catalán, juicio del "procés" incluido, al debate parlamentario.
No sólo ha ganado fuerza el independentismo catalán, sino también el vasco, aunque éste más modesto. EH Bildu ha pasado de dos a cuatro escaños.
El PNV se ha mantenido como la fuerza hegemónica en Euskadi, al menos en estas elecciones generales, porque ha aumentado su papel decisivo y en vez de comenzar la nueva legislatura con cinco diputados, como la anterior, lo hará con seis.
En un hemiciclo con tanta fragmentación, los votos de los nacionalistas vascos, más pragmáticos cuando de reclamar la soberanía o la independencia se trata, pueden volver a ser decisivos.
Otra formación nacionalista que se ha vigorizado es Coalición Canaria. Ana Oramas no estará sola una vez se constituyan las nuevas Cortes, el próximo 21 de mayo, porque con ella irá otro diputado de la misma formación. Únicamente los valencianos de Compromís han ido hacia atrás: sus cuatro escaños de 2016 se reducen a uno, el de Joan Baldoví.
Frente a una izquierda con mayor energía parlamentaria y un nacionalismo-independentismo regenerado, aparece una derecha tan rota como en los comienzos de la democracia.
En la anterior legislatura, PP y Cs alcanzaron 169 diputados, pero tras este 28A la suma de estos dos partidos más Vox se queda en 147.
Tres formaciones competirán por el liderazgo parlamentario. Por número de escaños, el PP es el que mantiene la primera posición, pero su declive ha sido pronunciado porque sus 137 diputados se han diluido hasta los 66.
Por su progresión en las elecciones, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, intentará coger el bastón de mando; ya lo ha dicho en su balance postelectoral. De 32 escaños ha pasado a 57.
Sin embargo, la entrada de Vox con 24 diputados, aunque por debajo de algunas expectativas, promete recrudecer la pelea por orquestar el mensaje de la derecha y su agenda parlamentaria.
La primera prueba se verá dentro de unos días, cuando comience el viaje del Congreso con la negociación de los nueve miembros de la Mesa.