Un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Uppsala (Suecia) ha mostrado que todos los pacientes que padecen COVID-19 grave pueden tener menos necesidades de oxígeno de lo que se creía.
El estudio, publicado en la revista científica 'PLoS ONE', se realizó en un hospital de distrito sueco durante la primera oleada de la pandemia en 2020. Los métodos de los científicos, así como sus resultados, pueden ser útiles para la futura planificación de la asistencia sanitaria y los recursos.
El suministro de oxígeno es el tratamiento clave para la COVID-19 grave, cuando los pulmones del paciente son incapaces de extraer suficiente oxígeno del aire. La medición de la oxigenación de la sangre permite ajustar el flujo a las necesidades de los pacientes.
La escasez de oxígeno ha afectado a los hospitales de muchos países durante la pandemia, con resultados fatales para los pacientes. La planificación de la distribución de los suministros de oxígeno entre los hospitales, los departamentos y las salas aún no está respaldada por estudios sobre la cantidad de oxígeno que necesitan los pacientes de la COVID-19.
En esta nueva investigación, se investigaron las necesidades de oxígeno de todos los pacientes cuya saturación de oxígeno era lo suficientemente baja como para necesitarlo pero que no recibían ventilación mecánica (un total de 126 pacientes).
Antes del estudio, se había introducido una política por la que los profesionales sanitarios de cada grupo ocupacional comprobaban la saturación de oxígeno de los pacientes y optimizaban el flujo de oxígeno cada vez que atendían al paciente. Los ajustes del flujo de oxígeno se documentaron meticulosamente, algo que no siempre se hace en la atención médica rutinaria.
El grupo de pacientes estudiado era típico, en términos de género, edad e IMC, en relación con otros estudios de las primeras oleadas pandémicas en Estados Unidos, Europa y China. La tasa media de flujo de oxígeno de los pacientes fue de 3 litros por minuto (l/min), lo que es notablemente inferior a la estimación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 10 l/min para los pacientes gravemente enfermos de COVID-19 que no necesitan un ventilador.
"Estos resultados son sorprendentes, pero deben interpretarse con precaución, dado el pequeño tamaño del estudio. Para los estudios de mayor envergadura que ahora se reclaman, se puede utilizar el método sencillo de este estudio en Suecia", afirma Anna Hvarfner, una de las líderes del trabajo.
"Desgraciadamente, la escasez de oxígeno ha provocado muchas muertes durante la pandemia, y se carecía de pruebas sólidas en las que basar la planificación. Las nuevas rutinas del hospital de distrito de Nyköping durante la primera oleada de la pandemia incluían un buen método para investigar cuánto oxígeno necesitan los pacientes de la COVID-19. Nadie debería morir porque no podamos planificar el oxígeno necesario", remacha otro de los autores del trabajo, Carl Otto Schell.