Es bien recibida la bajada del paro, pero no hay que olvidar que el raquítico mercado jienense ya no puede adelgazar más
La sangría del paro en Jaén ha vuelto a detenerse y tanto en la provincia como en la capital se ha producido un leve descenso, cuando lo habitual en este mes era que se produjera un repunte, a la espera de los contratos estivales, si llegaban. No obstante, no es cuestión de programar fuegos artificiales, títeres y marionetas, porque los niveles que soportan los jienenses de paro harían sonrojarse a ministros de empleo de países donde la tasa del 40 por ciento es un alivio nacional. No cabe más destrucción de empleo porque simplemente el mercado ha adelgazado tanto que el siguiente paso sería colgar el cartel de se vende, regala o traspasa. Jaén es una provincia y una ciudad raquítica de empleo que sobrevive estos años gracias a la cultura mediterránea y a la familia. Nunca una generación dependió tanto de la anterior económicamente como está ocurriendo con aquellos jienenses mayores de 45 años, de los que un 150 por ciento más de los que había en 2008 se encuentran en el paro. En cualquier caso son bien recibidas las cifras positivas, pero los males siguen siendo los mismos y mientras el crédito no se active y los empresarios puedan acceder a él, no se generará empleo. Véase por ejemplo la desproporcionada subida de la venta de vehículos agrícolas el mes pasado tras una excelente campaña de aceituna. Jaén y su olivar; el resto, eternamente por llegar; eternamente mañana, futuro.