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La desesperación de una madre por evitar empezar el año en la calle

Con tres hijos a su cargo y su marido en paro, esta vecina se queja de que nadie les quiera alquilar un piso por no tener una nómina. El contrato del inmueble en el que viven concluye el 1 de enero

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Margarita Magán tiene 46 años, tres hijos a su cargo, el mayor de 14 años y dos mellizos de 10, y está en un sinvivir desde hace dos meses cuando su casero le comunicó que no le podía seguir alquilando la casa en la que vive en Olivar de Rivero desde hace dos años. Esto significa que al cumplirle el contrato el día 1 de enero, para esa fecha, en teoría, tendrían que que estar fuera de ese piso y tener una nueva vivienda para mudarse.
Sin embargo, como relata, en la práctica, su historia es bien distinta y, ni ella ni su familia, podrían volver a soportar verse en la calle como ya les ocurrió hace tres años cuando les desahuciaron de su inmueble.


Desde entonces, viven de alquiler,  pero  ahora la falta de una nómina en casa -su pareja lleva parado tres años- se les ha vuelto todavía más en su contra a la hora de dar con una inmobiliaria o un particular que les quiera arrendar una vivienda. Margarita, que asegura que siempre ha estado al corriente de los pagos mensuales, y de la luz y el agua, está desesperada y no sabe ya a quién acudir para pedir ayuda. “Todos nos dicen que lo van a pensar, que van a consultarlo con un gestor, pero cuando vuelvo a llamar me dicen que ya está alquilado. Nadie quiere alquilarnos nada”, lamenta. 

Una VPO que pueda pagar
En su casa entra ahora mismo la ayuda familiar de 426 euros que acaban de renovar por seis meses más y una ayuda a la dependencia de en torno a los 300 euros porque uno de sus hijos pequeños sufre Síndrome de West y va a un colegio especial. “Vamos tirando, aunque con trabajo, pero este ingreso no es suficiente para acreditar que puedo pagar, y me piden o nómina o aval”, manifiesta.
Asegura que ha enviado varios escritos a la alcaldesa para que la reciba y que lo único que ha conseguido últimamente a través del centro de barrio es que una asistente social les visite, aunque de momento no ha habido resultado.

“Me preguntó qué nos ocurría y me dijo que a ver si pronto salía alguna promoción de viviendas, porque estamos en el registro de viviendas desde el 2010, pero no se mueve nada. Yo lo que pido es un piso de protección con un alquiler que pueda pagar, un lugar estable en el que mis hijos no tengan que estar en constantes cambios”, lamenta. De no encontrar solución, no pueden quedarse en casa de ningún familiar “porque no hay sitio” y su casero ya les  ha advertido que su hijo necesita el piso vacío a partir del 1 de enero. Sólo les queda esperar y confiar en que la suerte vuelva a su familia.

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