Ojalá todas las emergencias que asiste a diario el equipo del 061 de Jerez fueran como las que vivieron la noche del pasado domingo. El final feliz llegaba con cierto nerviosismo pero con más de un protagonista: el recién nacido, su padre, que fue el encargado de asistir el parto, la madre, por saber mantener la calma, y los profesionales sanitarios que la atendieron in situ cuando llegaron a su domicilio. El pequeño ya había llegado al mundo de la mano de su progenitor siguiendo las indicaciones de otro eslabón fundamental en esta historia: el médico coordinador de la sala del 061 que ese día estaba de guardia.
Rocío Lobato, una médico sanluqueña residente en Jerez, tuvo la suerte de formar parte de ese equipo de emergencias de tres profesionales que se trasladó a la casa familiar tras recibir el aviso. A la pareja, que ya tiene otro hijo, no le dio tiempo a montarse en el coche para ir al hospital.
“No es la primera vez que nos pasa. No es que ocurra todos los días, pero es más frecuente de lo que la gente se piensa. Nos avisaron para un parto en curso, pero cuando íbamos en camino ya el bebé estaba en el mundo. Cuando llegamos acaba de ocurrir”, explica a este periódico. Apenas fueron 20 minutos o menos lo que tardaron desde que salieron del hospital y “cruzaron” Jerez (no se dan datos de la familia por mantener su privacidad) y en ese intervalo la madre se puso de parto y el padre del bebé fue el encargado de traerlo al mundo con las instrucciones que recibía del médico de la sala al otro lado del teléfono.
Un padre “ejemplar”
“Fue el final de un trabajo en grupo que comenzó desde la sala de coordinación, donde operadores y médico coordinador ofrecieron las indicaciones oportunas un padre ejemplar que asistió a la madre hasta nuestra llegada, cortando y anudando de forma transitoria el cordón”, explicaba esta doctora. De hecho, cuando llegaron, se encontraron al bebé “con su madre” y revisaron que ambos estaba bien, “optimizando” y “estimulando” al recién nacido. “Fue muy rápido, y fue una familia encantadora. Cuando llegamos todavía quedaba un poco de nerviosismo pero habían estado mucho más nerviosos antes. No nos estaban esperando con prisas ni hubo agresión verbal”, relata. Una vez allí, tras explorarlos, trasladaron a la madre y al hijo envuelto en una manta térmica al Hospital de Jerez. Fue allí, en el paritorio, donde “terminó” el alumbramiento. Ambos se encuentran perfectamente.
