“Recuerda que la gloria es efímera”, gritaba el pueblo a los emperadores romanos que paseaban con el cuello erguido celebrando una conquista. Era una forma de bajarles del rascacielos del ego a la crudeza de la realidad. Hay un equipo formado en su 75% por malagueños y de mayoría estudiante que ha conocido la gloria en el 2022, en diversas formas y distintos momentos. Es el
UMA Antequera, el equipo de moda del fútbol sala nacional.
Los finales del mes de diciembre son los días de reflexión y balances donde puede cualquiera pararse y bajar del mundo frenético y resultadista en que vivimos para valorar, con el poso del tiempo, el verdadero significado de lo logrado. Una
Copa del Rey siendo el primer equipo de segunda división que lo consigue, un
ascenso a Primera División tan solo unos días después y la más reciente clasificación para jugar la
Copa de España, que solo disputan los ocho mejores equipos de la máxima categoría.
Todo eso han podido lograr los jóvenes del UMA Antequera, que ha sido el equipo más laureado de la provincia y con razón y merecimiento. Con la sinergia de
estudios y
deporte, con una idiosincrasia digna de promover en cualquier sobremesa (pocos fichajes, mucho joven con hambre y estudiantes lo primero, currantes y jugadores profesionales después).
Así, dignificando el deporte con los valores del sacrificio, la fe y la humildad, el equipo que entrena José Antonio Borrego ‘Tete’, discípulo del padre del futsal malagueño, ‘Moli’, ha llegado a lo más alto e incluso por el camino ha vivido la convocatoria de uno de sus jugadores para l
a selección española absoluta, el gran
Pablo Ramírez (21 años). Nunca antes había ocurrido.
Lo peor y lo mejor de la gloria es precisamente que es efímera. Pero también es adictiva. Los retos para el equipo universitario no se han acabado y mientras disfrutan del camino en un año donde, de momento, no están sufriendo en el gran salto a Primera. El objetivo para el 2023 no es otro que mantener los pies en el suelo, lograr la
permanencia y nunca decir que no a lo que venga. Y menos si tiene forma de trofeo.