El techo de cristal

Mientras las aguas de la política nacional bajan revueltas por el caso Errejón y las ramificaciones de los supuestos acosos y abusos cometidos por político y el debate se encrespa debido a la foto del presidente del Gobierno con Aldama, en Málaga estos días de lluvia han alegrado algo las reservas hídricas de los pantanos, el equipo de fútbol, abonado al empate, ha ganado, y en el Colegio de Abogados tenemos un interesante duelo con dos candidatas a ser las nuevas decanas de la institución jurídica, Regina Apalategui y Flor Carrasco, tras la asunción por parte de Salvador González de la presidencia del Consejo General de la Abogacía Española. Poco a poco, el techo de cristal existente en determinados ámbitos se rompe y se hace añicos para que la sociedad en su conjunto, no sólo las mujeres, progresen. La nueva decana tendrá frente a sí grandes retos como, por ejemplo, colaborar con el juez decano y la presidenta de la Audiencia Provincial con el fin de que se acelere el ritmo de los juicios en diversas jurisdicciones, después de conocerse que hay órganos judiciales señalando vistas para dentro de cinco años y, ya se sabe, una justicia que llega tarde no es justicia. Mientras que en el área Penal siempre es deseable la tranquilidad y la mesura, no sólo entre fiscal, investigadores, magistrados y periodistas, sino también a la hora de darle al botón de publicar en las redes sociales nuestra opinión sobre hechos que aún no se han acreditado, en el resto de jurisdicciones siempre es deseable una mayor rapidez a la hora de solventar los problemas de los ciudadanos. De cualquier forma, la falta de recursos materiales y humanos en la Administración de Justicia es endémica en la provincia, no es algo nuevo o sobre lo que no se haya debatido antes, pero mientras que Hacienda funciona de forma rigurosa y ágil, tal vez este servicio público requiera, para algunas mentes, de menos inversión pública porque, al fin y al cabo, el escrutinio político de un poder del Estado siempre es deseable para los gobernantes. Esta, claro, es sólo una teoría en un país en el que los jefes de los investigadores policiales parece que van a ser nombrados ahora a dedo por el poder político, frente al deseable concurso de méritos. Poco a poco, nos acercamos al momento en el que el apellido de nuestra democracia será otro y, entonces, nos lamentaremos.