Beniat Aguinagalde y otro miembro de la banda –que al cierre de esta edición trataba de identificar la Guardia Civil– se encontraban junto a Gogeaskoetxea en el momento de la detención, en una casa rural de la Baja Normandía, donde el jefe de ETA les estaba despidiendo, “una de las reglas que cumple” la banda cuando un comando va a entrar en España, tal y como ha afirmado el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Hasta el momento las fuerzas de seguridad se han incautado en esta operación, que continúa abierta, de dos pistolas, un revólver, algo de explosivo, ordenadores, material informático y para la fabricación de zulos, dinero en efectivo y un juego de grilletes, poco habitual en la dotación de los comandos y que fuentes de la lucha antiterrorista relacionan con la realización de secuestros.
En el último año y medio el “aparato militar” ha visto caer a vari
os de sus números uno: a Mikel Garikoitz Azpiazu Rubina, Txeroki –el 17 de noviembre de 2008–, a Aitzol Iriondo Araza –el 8 de diciembre del mismo año–, a Jurdan Martitegui –el 18 de abril de 2009– y al detenido ayer.
Gogeaskoetxea, de 45 años, ostentaba hasta ahora la jefatura del aparato militar de ETA, pero antes de llegar ahí estuvo vinculado al comando Kattu, que intentó atentar contra el museo Guggenheim de Bilbao cuando se preparaba para ser inaugurado por los Reyes.
Por su parte, Aguinagalde, con 26 años, se encontraba en paradero desconocido desde hace un año cuando huyó tras la desarticulación del comando Asti, al que se atribuyen los asesinatos de Isaías Carrasco y de Ignacio Uría.
Aunque en un primer momento se informó de que el tercer detenido era Gregorio Jiménez Morales, horas después la Guardia Civil descartó “prácticamente” que se tratara de él, por lo que continúa trabajando para identificar al arrestado.
Los sucesivos golpes policiales contra ETA en todos los frentes están dejando seriamente “tocada” la estructura de la banda, que se habría visto obligada en los últimos tiempos a recortar sus “cargos directivos” y adelgazar su “comité ejecutivo” de apenas media docena de miembros, según han informado fuentes policiales a la agencia Efe.
En ese “comité ejecutivo” habría estado hasta ayer Ibon Gogeaskoetxea, encargado de la “intendencia” de los comandos a los que suministraba armas, explosivos y vehículos para cometer los atentados, y junto a él su hermano Eneko.
Eneko estaría todavía en la misión de dirigir la estrategia de los comandos.
Mientras, en la cabeza del denominado “aparato político” estaría José Luis Eciolaza Galán, alias Dienteputo, e Iratxe Sorzabal, así como el veterano activista Juan Cruz Maiztegi Bengoa, alias Pastor, quien actuaría de enlace con el “aparato militar y logístico”.
Esta cúpula directiva, compuesta por terroristas con muchos años en la clandestinidad, está apoyada por una nueva generación de activistas, entre los que destaca Mikel Carrera Sarobe, hombre de confianza de Txeroki y quien estaría encargado de manejar “a pie de calle” a los cada vez más escasos y perseguidos comandos operativos, que han sufrido casi una treintena de detenciones desde enero o, lo que es lo mismo, un etarra arrestado cada dos días.