El hijo pequeño de la líder depuesta y nobel de la paz birmana, Aung San Suu Kyi, ha pedido a la junta militar de Birmania (Myanmar) que libere a su madre, detenida tras el golpe de Estado de 2021 y que cumple una sentencia de 33 años de cárcel.
"No puedo dejar que mi madre pase su vida en la cárcel", afirmó Kim Aris en una entrevista publicada este viernes por la cadena británica BBC, la primera que concede a un medio internacional, cuatro días después de que su madre cumpliera 78 años.
Aris, de 45 años e hijo de Suu Kyi y el ya fallecido historiador británico Michael Aris (1946-1999), ha roto con esta entrevista y algunos vídeos en las redes sociales con su habitual silencio sobre la política birmana.
"Mi madre nunca quiso que me implicara. Pero ahora que ha sido sentenciada y que los militares claramente no quieren ser razonables, creo que puedo decir lo que quiera", indicó Aris desde Londres.
Además de presionar para la liberación de su madre, Aris dijo que la comunidad internacional debe hacer más, "lo que incluye imponer un embargo de armas al Ejército e incluso apoyar a aquellos que están luchando contra los militares".
El hijo de la nobel de la paz mostró su preocupación por la crisis en Birmania, sumida en una espiral de violencia por los enfrentamientos del Ejército birmano con varias guerrillas étnicas y nuevas milicias civiles prodemocráticas formadas tras el golpe militar.
Aris y su hermano Alexander pasaron gran parte de su infancia sin ver a su madre, quien se trasladó de Reino Unido a Birmania para cuidar a su madre en 1988.
Ese mismo año, Suu Kyi se unió a las manifestaciones estudiantiles pacíficas que terminó liderando contra la entonces junta militar.
Tras ser puesta bajo arresto domiciliario en 1989, Suu Kyi recibió la oferta de los generales de liberarla si salía del país, pero la líder prodemocrática decidió quedarse e incluso no pudo despedirse de su marido cuando este enfermó de cáncer y falleció en 1997.
Su hijo Kim Aris recibió en nombre de Suu Kyi el Premio Nobel de la Paz que le concedieron en 1991.
Finalmente, pudo visitarla cuando fue liberada en 2010, un año antes de que Birmania iniciara un proceso de apertura político y económico que tuvo su momento álgido con la victoria en las elecciones del partido de Suu Kyi en 2015.
Ya en el poder, la nobel de la paz perdió gran parte de su prestigio internacional cuando no defendió a la minoría rohinyá víctima de las operaciones militares en 2016 y 2017, pero en casa seguía siendo venerada.
En noviembre de 2020, Suu Kyi volvió a ganar las elecciones y se disponía a renovar su mandato en el poder cuando los militares dieron un golpe de Estado.
En una serie de juicios opacos, Suu Kyi fue condenada a 33 años de cárcel por delitos como incitación a la violencia, fraude electoral y la posesión ilegal de "walkie-talkies", entre llamadas de la comunidad internacional exigiendo su liberación.
A pesar de la situación dramática en su país, donde los militares han matado y encarcelado a miles de personas, Kim Aris mantiene la esperanza.
"Los militares nunca ganarán esta guerra (...) Cuando antes entreguen el poder a mi madre y al Gobierno elegido democráticamente, antes empezarán a mejorar las cosas en el país", acotó el hijo de Suu Kyi.