Miles de personas expresaron su rechazo a la decisión del Gobierno nipón de reactivar las centrales nucleares del país, mayoritariamente rechazada, en una manifestación convocada frente al Parlamento a pocos días del cuarto aniversario del desastre de Fukushima.
La concentración, coordinada por la plataforma civil Coalition Against Nukes (Coalición Antinuclear, en inglés), comenzó a mediodía de hoy en un parque ubicado en el corazón administrativo de la capital nipona, y terminó con una cadena humana que rodeó parte de la Dieta (Parlamento) de Japón.
Varios miles de personas, según los organizadores, participaron en la marcha en medio de un ambiente festivo animado por conciertos y bandas itinerantes, y ante el amplio dispositivo policial desplegado por las autoridades alrededor del edificio de la Dieta.
"Sayonara nuclear" ("Adiós nuclear"), "No queremos otro Fukushima" o "Sí a un Japón libre de energía nuclear" fueron los lemas más habituales en esta protesta contra la iniciativa del Ejecutivo nipón de reactivar las centrales atómicas que permanecen apagadas desde el accidente nuclear de Fukushima.
Algunos manifestantes optaron por métodos más imaginativos para hacerse notar como disfraces de peces, bicicletas equipadas con banderas y carteles, molinillos de viento o cañas de pescar con capturas ficticias contaminadas.
Otros, como Yumi Murakami, aprovecharon la ocasión para recaudar fondos para los afectados por la catástrofe, a través de la venta de chapas y pegatinas con mensajes antinucleares.
"Es muy triste que haya todavía tanta gente sufriendo los efectos del accidente, personas que no pueden volver a sus hogares o que padecen cáncer y otras enfermedades por culpa de la radiación", dijo a Efe esta mujer de 65 años originaria de Chiba (este de Tokio).
"No podemos permitir que esto vuelva a suceder en un país que también padeció las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki", señala Murakami.
"Deberían parar esa iniciativa inmediatamente. Japón ha demostrado que puede vivir sin la energía nuclear, el problema es que hay muchos intereses económicos detrás", señaló por su parte Fukuko Masaaki, un manifestante de 53 años.
Su mujer, Shirogi Masaaki, es originaria de la prefectura de Fukushima, y aunque hace años que se mudó a Tokio, aún tiene viviendo familia allí.
"Tengo miedo por mi madre, que es muy mayor y vive en Ibaraki (prefectura colindante al norte con Fukushima). No nos fiamos de las mediciones de radiación del Gobierno", señaló a Efe la manifestante.
La protesta coincide con los actos de homenaje a las víctimas del terremoto y del tsunami de 2011 que se celebran hoy en Fukushima, Miyagi e Iwate (las otras regiones del noreste nipón más afectadas por el desastre natural), y tiene lugar en un año decisivo para el plan del Gobierno Abe de reiniciar la producción de energía nuclear.
El año pasado, la Autoridad de Regulación Nuclear (NRA) dio luz verde a las plantas de Sendai (suroeste) y Takahama (oeste) por cumplir los nuevos estándares de seguridad, y se espera que ambas vuelvan a funcionar durante los próximos meses, poniendo fin al apagón nuclear en Japón.
Los 48 reactores de uso comercial del país están actualmente apagados debido a que la NRA no permite que retornen a operaciones hasta cumplimentar esos nuevos estándares de seguridad.
El Gobierno mantiene su apuesta por la energía nuclear a pesar del rechazo creciente entre la población nipona que reflejan los sondeos.
El 60,2 por ciento de los nipones está en contra de que Japón vuelva a encender sus reactores de fisión, mientras que solo el 31,9 por ciento apoya esta medida, según la última encuesta de opinión telefónica realizada el pasado noviembre por la agencia Kyodo.
El terremoto y el tsunami de 2011 desencadenaron en la central de Fukushima Daiichi el peor accidente nuclear desde el de Chernóbil (Ucrania) en 1986.
Las emisiones radiactivas y vertidos de agua contaminada resultantes aún mantienen evacuadas a unas 126.000 personas que residían cerca de la central y también ha causado graves pérdidas para la agricultura, la pesca, y la ganadería local.