Rusia, criticada estos días por vender armas a Armenia y Azerbaiyán, enfrentados por el enclave de Nagorno Karabaj, argumentó este sábado que esto le permite controlar las capacidades armamentísticas de sus dos vecinos, a los que considera socios estratégicos de primer nivel.
"Si Rusia renuncia a este papel, comprarán armas en otros países. Y su mortalidad no será menor. Sin embargo sí podría romperse el equilibrio que existe debido a que nosotros conocemos la demanda de nuestros socios y sabemos cómo está la situación en la región", dijo el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, en una entrevista difundida hoy por el canal Rossia.
El jefe del Gobierno ruso manifestó que "la llegada de otros países a ese mercado de suministros de armas", en lugar de relajar, "complicará seguramente aún más la situación".
"Creo que las armas pueden comprarse no sólo para ser usadas, sino para actuar como un factor de contención que debe tenerse en cuenta por todas las partes del conflicto", agregó.
Más de cien personas, entre armenios y azerbaiyanos, murieron en la última semana en combates por Nagorno Karabaj, los más violentos desde el fin de la sangrienta guerra por el control del enclave armenio que enfrentó a los dos países entre 1992 y 1994.
Pese al alto el fuego decretado el pasado martes tras tres días de encarnizados combates, los dos bandos se acusaron hoy nuevamente de violar el cese de hostilidades.
Rusia pone un gran empeño en enfriar la situación en Nagorno Karabaj y evitar a toda costa que las dos antiguas repúblicas soviéticas enfrentadas por el enclave se enzarcen en una guerra en toda regla.
Parece sin embargo difícil devolver el conflicto al estado de congelación en el que permaneció durante las últimas dos décadas.
Alíev ya ha dejado claro que Bakú considera inaceptable mantener el actual statu quo, en el que las tropas armenias controlan, además del propio Nagorno Karabaj, una franja de seguridad que representa un 20 por ciento de su territorio.