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Mundo

Que sepas ser lo que debes ser

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Parece que andamos algo despistados, a lo largo y ancho de este mundo nuestro, sin poder precisar dónde se nota más o dónde menos. Es un despiste ancho y profundo en el que hemos estado perdidos, desde tiempo atrás, a pesar de que se oían algunas voces que no dejaban de avisar de que nos estábamos metiendo en laberintos y que era necesario reaccionar; quizá parando la andadura para reflexionar o dando media vuelta a buen paso para alejarnos de lo que sólo prometía descalabros. Parece que no se hizo caso a esas voces.

Tan es así que ha sido necesario convocar una reunión de muchos e importantes países para tratar, todos juntos, ese algo que trae al mundo por la calle de la amargura y dando traspiés, aquí y allá; alguno que otro de suma importancia. Aunque ha habido protestas el aplauso fue casi general porque había alarma en todo el mundo y era necesaria alguna luz; aunque sólo fuera un destello de esperanza.

Parece que esa luz existe y ahora lo que se hace preciso es que se ponga en lo alto del candelero para que sirva de guía todos y que podamos caminar con paso decidido, firme y seguro por el camino de la verdad; el que nos aleje de los peligros señalados en esa reunión de alto nivel y que, además, haga posible un mejor entendimiento entre todos los que vivimos en este mundo, que buena falta nos hace para no andar siempre con temores y sorpresas de hechos preocupantes para la convivencia humana.

Sin embargo parece que, de momento, hay que esperar; tal vez habrá que desmenuzar lo acordado en normas posibles de actuación por parte de todos y cada uno de los elementos que tienen que ver con el arreglo de lo deteriorado. Necesita su tiempo, sin duda, pero deben darse prisa los gobernantes y directores de actividades y, además, hacerlo bien porque a estas alturas harían mucho daño los errores. Sería muy lamentable que, por afán de protagonismo, dejaran de utilizarse los servicios de quienes pueden aportar sabiduría en estos asuntos.

La respuesta a dar en tiempos de confusión y temor es la que entraña serenidad; y ésta se hace presente cuando se llega a ver, sin duda alguna, que los que han de gobernar, dirigir o mandar, saben ser lo que deben ser en esos momentos. No es cuestión de discursos, más o menos elegantes, brillantes o persuasivos, sino de pocas palabras expresando, con realismo y claridad, la verdad de lo que ocurre y las medidas a tomar por todos. 

Es momento de dejar a un lado todo cuanto son sólo deseos de imponer asuntos de poco fundamento y que, en bastantes ocasiones, dañan mucho a sentimientos y convicciones de gran parte de la sociedad. Hay cuestiones fundamentales a las que no se atiende en la forma debida y ello perturba la vida de la sociedad; se muestran caminos y metas totalmente equivocadas y hasta se intenta crear una mentalidad ajena a todo cuanto suponga esfuerzo y sacrificio para el cumplimiento de los deberes fundamentales del ser humano.

Unos y otros, los que están en puestos de responsabilidad y los que tienen como responsabilidad personal defender la verdad y ser justos en cuanta actividad desarrollan, aunque sea sólo trabajar para mantener a su familia con dignidad en todos los aspectos, debemos esforzarnos en saber ser lo que se debe ser; gente honrada y esforzada, gente amante de la verdad y de la justicia, gente que quiere servir y amar a toda otra persona.

Nos preocupa la situación de crisis en la que se encuentra el mundo pero más nos preocupa que se la trate con falta de inteligencia y, por tanto, con desacierto.

Una vez más se hace ver la necesidad de que sepas ser lo que debes ser porque siempre encontrarás alguien a tu lado que te ayudará, sin condición alguna, en el camino hacia la verdad, la justicia y el amor a toda la humanidad.

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