Cada día cuando abre su pequeña tintorería en el centro de Pekín se pregunta a sí misma por qué ella y su marido están a cientos de kilómetros de sus dos hijos pequeños. Hace once años que tuvieron que migrar para sacar adelante a su familia y ahora, con suerte, los ven dos veces al año.
Mientras que más de 244 millones de chinos migraron en 2017 a otras ciudades en busca de nuevas oportunidades en la segunda potencia económica del mundo, casi siete millones de niños crecieron el año siguiente solo junto a sus abuelos en las zonas rurales, según cifras oficiales.
En su humilde negocio de lavandería y tintorería de la capital, Zou Xinxin muestra las fotos de sus dos hijos, de 9 y 5 años, con nostalgia pero sin evitar que se le escape una sonrisa al ver sus caras a través de la pantalla.
"Todas las noches hacemos una videollamada", cuenta a Efe. Los dos pequeños viven ahora con sus abuelos en la provincia de Zhejiang, en el este, a casi 1.500 kilómetros de distancia de Pekín.
Mientras cose unos pantalones de un cliente, explica que envían periódicamente dinero a sus suegros para que a los niños no les falte de nada.
"Es muy difícil. Cuando nos despedimos mis hijos siempre lloran. Pero tuve que venir porque en mi provincia el salario es muy bajo y el coste de la vida, los precios, son iguales que en Pekín. Con nuestro salario allí no podíamos sacar adelante a la familia", asegura.
Aunque fue una decisión complicada, cuando los dos niños cumplieron un año se separó de ellos porque en Pekín la pareja estaba sola, trabajaban muchas horas y no podían cuidarlos ni dedicarles el tiempo suficiente.
En las recientes vacaciones por el Año Nuevo chino, Zou pudo ir a Zhejiang con su marido y disfrutar de ellos durante diez días. "Luego en verano yo voy un mes, aunque mi marido tiene que quedarse aquí con el negocio", lamenta.
Ahora cuenta los días para poder regresar definitivamente a su pueblo y volver a vivir todos juntos, sin móviles de por medio para poder hablar con sus hijos.
"Cuando encontremos a alguien a quien traspasar el negocio, regresaremos porque los niños están creciendo y los abuelos ya no pueden controlarlos y es más difícil educarles", explica.
Historias como la suya son la otra cara del crecimiento económico de China, que ha dejado atrás su pasado agrario a costa de la movilización de la mano de obra en las grandes ciudades en condiciones precarias.
Lejos de intentar solucionar este problema social, las autoridades siguen dificultando, por ejemplo, la escolarización de los hijos de los migrantes en las ciudades donde trabajan.
Otro ejemplo es el de Song Wanli y Liu Hui, que abandonaron hace 20 años Henan (centro) para mudarse a Pekín, donde ahora regentan una tienda de frutas y verduras.
Sus dos hijas, de 16 y 14 años, están con sus abuelos en Henan -durante la semana viven en el colegio-, mientras que en su casa de Pekín solo pueden tener al más pequeño, de 13 años.
"Son muy maduras", comenta Liu sobre sus hijas, a las que solo ve un par de veces al año. Sin embargo, planea reagrupar a la familia cuando ambas estudien en alguna universidad de la capital.
Aunque confiesa que es duro tener a sus hijas lejos, porque "les falta el amor de un madre y un padre", intenta buscar la parte positiva de esta situación.
"Puede ser un tipo de motivación para ellas (...). Su padre y yo trabajamos muchas horas y pueden pensar: 'como ellos, también tenemos que esforzarnos'", añade.
Cada seis meses, el matrimonio suele enviar 3.000 yuanes (337 euros) a los abuelos para la alimentación y el ocio de las niñas. "Su colegio son otros 2.000 yuanes (224 euros) por medio año", comenta.
La mayoría de los trabajadores migrantes chinos proceden de Henan y otras provincias como Sichuan, Anhui o Hunan, donde en las zonas rurales cerca del 44 % de los niños viven sin su madre o su padre, según cifras divulgadas por los medios locales.
Las mismas fuentes estiman que hay hasta 61 millones de niños en esta situación en todo el país.
Pese a los logros de China en su lucha contra la pobreza, actualmente unos 30 millones de personas siguen aún sufriéndola, lo que provoca desplazamientos desde el campo hacia las grandes ciudades, que han registrado un fuerte crecimiento de su población en los últimos años.
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Millones de niños crecen sin padres: otra cara de la migración china
Cada día cuando abre su pequeña tintorería en el centro de Pekín se pregunta a sí misma por qué ella y su marido están a cientos de kilómetros de sus dos hijos
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