Estamos muy preocupados con el rebrote de la pandemia por la pérdida del control en la comunidad de Madrid. Hay quien ve en las declaraciones inconexas y esperpénticas de la presidenta Díaz Ayuso un padecimiento psicológico. No os confundáis, el problema es la ideología, son sus políticas, no se le fue la pinza, detrás del desastre hay todo un proyecto político, sin olvidar su falta de capacidad para el puesto, para el que fue designada por el presidente del Partido Popular. De redactora de la cuenta de Twiter de un perro, a dirigir la comunicad de Madrid, ya lo advirtió más de un líder sensato del PP: sin experiencia alguna, aportando tan solo la teórica fidelidad al líder supremo no se puede gobernar.
Hay quien quiere repartir culpas con el Gobierno Central, pero no olvidemos que la Sanidad está descentralizada, que el Ministerio de Sanidad tiene una estructura mínima, tal que una Dirección General, así se diseñó en el Estado de las Autonomías. De las 17 comunidades autónomas Madrid es la peor, en la capital recogen lo sembrado en los últimos 20 años de políticas neoliberales, no les gusta lo público, salvo el dinero por el que si tiene una especial querencia. Son sus políticas generadoras de desigualdad las que ahora muestran toda la crudeza en el reparto de contagios.
Han creado una bomba vírica: los más pobres, con menos metros de vivienda, con menos ingresos, sin servicios… son los que tienen más contagios. Esa es la responsabilidad política de la actual presidenta y de sus predecesoras, de su partido y sus políticas neoliberales, cuando bajaban el IRPF y eliminaban el Impuesto de patrimonio, el de transmisiones… a la vez desmontaban la Sanidad Pública en beneficio de la privada, con ello cerraban la posibilidad de contratar rastreadores, de reforzar la sanidad básica o el transporte, generaban desigualdad. Ellos saben que los que sufren más la pandemia, los vecinos y vecinas segregados de los barrios más humildes no son de los suyos, no les votan, por eso hay barrios y pueblos con mayoría de derechas que superando la tasa de contagio, no fueron segregados.
Lo dejaron todo en manos del mercado y resulta que el mercado no cura pandemias, no asigna médicos a los centros de salud, no pone más unidades de metro o autobuses. Ya antes lo intentó Boris Johnson, el excéntrico primer ministro de Reino Unido y también Trump, que el virus actuara como si fuera la ley de la oferta y la demanda, que se regulara él solo y tuvieron que recular. Cuando la escucho en la rueda de prensa decir que no contrata más médicas o enfermeras para no quitárselos a otras comunidades autónomas, dudo otra vez si seguimos con el análisis político o pasamos al diván directamente.
Salud.