A bordo de un barco, por cada alegría, uno pesca veinte penas. La semana pasada, otra, con la anulación del acuerdo pesquero con Marruecos, no tanto por la repercusión económica, dado que la presencia en el caladero es testimonial, como la incertidumbre sobre las consecuencias en la actividad y el mercado.
El sector atraviesa una dura crisis desde hace años que agrava la dificultad para garantizar el relevo generacional, un problema acuciante. Con una media de edad de 50 años, “no encuentro mano de obra”, reconoce Tomás Pacheco, armador de Barbate, que ha pasado la mitad de su vida en el mar. “De quince tripulantes, solo tengo diez, tres de ellos marroquíes”, en virtud del convenio bilateral. El trabajo no es muy duro, “solo hay que acostumbrarse a los vaivenes”, pero no es atractivo.
Especialmente no son atractivos los sueldos. “Perdemos dinero”, lamenta Pacheco, quien asegura que una caja de jureles o boquerones se vende en la lonja por la mitad de precio, y en algunos casos hasta cuatro veces menos, del coste de producción. Hay que sumar el gasóil, los envases y el hielo, los seguros sociales. No salen los números. “Vendía a 5.000 pesetas una caja de boquerones hace treinta años y ahora la coloco a cinco euros”, explica.
El presidente de la Cofradía de Pescadores de Barbate, Alfonso Reyes, considera que hay que reflexionar sobre los sueldos, pero coincide con Pacheco en la falta de rentabilidad. La localidad, que ha pasado de tener unos 70 barcos a apenas una treintena, se está quedando, además, sin profesionales que desempeñan tareas muy específicas.
“No tenemos luceros, es muy complicado encontrar cocineros y apenas quedan rederos disponibles”, advierte.
En Sanlúcar, José Cárlos Macías, técnico responsable del sector local, también alerta del riesgo de extinción de oficios artesanos vinculados a la actividad que, además, sufre de un exceso de normativa, a su parecer, que dificulta enormemente llevar a cabo las labores en el mar.
Las administraciones no colaboran. Señala, en este sentido, los resultados de las convocatorias de incentivos para fomentar el relevo generacional. La última de las ayudas a jóvenes pescadores para la creación de empresas para el ejercicio de la actividad pesquera, que subvenciona la primera adquisición de un buque de pesca, da buena cuenta de ello. De acuerdo a la resolución de la solicitudes registradas en 2019, la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía solo concedió dos incentivos, por un importe total de 179.000 euros, se rechazaron tres y uno de los solicitantes desistió finalmente.
La formación es la otra gran asignatura pendiente. La Federación Nacional de Pesca Artesanal (Fenapa) ha desarrollado un proyecto que presentó al Gobierno autonómico este verano sin que la administración que dirige Juanma Moreno, advierte Carmen Díaz, presidenta de la entidad, se haya pronunciado.
La formación académica que actualmente se requiere para embarcar y ser marinero pescador, es prácticamente teórica. “Cuando obtienen la cartilla de embarque, no suelen contar con experiencia en barcos ni en las técnicas de pesca”, asegura Díaz. A ello, hay que añadir que las empresas tienen que asumir los elevados costes de las cuotas a la Seguridad Social (ISM) “pues las cotizaciones son las mismas para un trabajador experimentado que para los noveles”, argumenta. Por eso, reclama a la Administración regional “coordinar no sólo la formación”, sino también la duración de las prácticas, la remuneración a los alumnos y el coste de las cuotas de la Seguridad Social.
La máxima representante de la entidad apunta a que el Gobierno vasco ya ha dado el primer paso. Concretamente, ha convocado ayudas en esta línea, con subvenciones de hasta 3.600 euros armadores por cada estudiante embarcado, 1.000 más si son mujeres, y 950 euros a los estudiantes. Díaz espera aún reunirse con la Consejera de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible, Carmen Crespo, y confía en hacer lo mismo con el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación porque está convencida de que la propuesta tendría encaje en el próximo Reglamento para el Fondo Europeo Marítimo, Pesquero y Acuícola (Fempa), ya que el relevo generacional es una de las áreas prioritarias del documento.
Nicolás Fernández, secretario y gerente de la Organizacion Productores Pesca Artesanal (OPP72) y de Acuicultura en Mar Abierto de Conil, coincide en que “la formación para embarcar no se está haciendo bien” y propone educar a los niños para tener futuro. Con este objetivo, la entidad ha desarrollado un programa divulgativo para llevar “la mar a la escuela” y en el que se muestran en los centros educativos que lo soliciten los secretos de una lonja o la labor del sector pesquero por medio de unos dibujos animados destinados a los más pequeños.