Para Marcos Giralt Torrente la escritura es su forma de relacionarse ?con la realidad y con la vida?, y a ella vuelve en su nuevo libro.
Para Marcos Giralt Torrente la escritura es su forma de relacionarse “con la realidad y con la vida”, y a ella vuelve en su nuevo libro, El final del amor, que contiene cuatro relatos sobre amores que naufragan, que no acaban de cuajar y que suscitan una profunda inquietud en el lector.
Con esta obra, Giralt Torrente (Madrid, 1968) ganó a finales de marzo el Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero, dotado con 50.000 euros, y en ella reflexiona sobre las paradojas del amor o la incomunicación que con tanta frecuencia da al traste con las relaciones amorosas.
Este escritor huye de “la literatura que proporciona certezas”, porque lo que le estimula, afirmaba ayer en una entrevista con Efe, “es explorar lo incierto, lo vago, lo resbaladizo”.
Y el terreno de la incertidumbre es el que pisa en este libro con el que regresó a la ficción tras Tiempo de vida, una obra aclamada por la crítica y en la que recrea la relación que mantuvo con su padre, el pintor Juan Giralt.
El título original con el que se presentó al galardón, Cuatro cuentos de amor invertebrado, lo cambió por El final del amor, en parte porque el término “invertebrado” podía ser “una barrera” y porque, “así como es imposible concebir la vida sin la muerte, la amenaza de cualquier historia de amor es el final de esa relación”.
“Detrás de estos relatos alienta algo común a mi literatura: desvelar las relaciones de dependencia que se dan en los ámbitos más próximos. La familia me interesa particularmente porque en ella se dan todos los sentimientos que hay en el mundo pero más concentrados”, afirma el escritor.
“No hay odio mayor que el que se produce entre un hijo y un padre y no hay traiciones mayores que las que se dan entre hermanos”.