La luna azul nos sorprendió en esa carretera arbolada junto al mar. Era azul, vibraba certera, parecíamos seres celestes bajo su luz, un sonido al chocar dos copas de cristal. Nos dejamos llevar por sus cordilleras lejanas, sus ojos hipnóticos, sus paisajes de coral. No hubo más que decir, las palabras quedaron flotando en el coche como imanes mirando al norte del deseo. Salimos despedidas del planeta. Los forenses dijeron haber encontrado nuestros cuerpos desdibujados, sonreídos, etéreos. Nos llevó la muerte a su corral, bajo la luna extraña de aquella noche embrujada.
Nuestras familias supusieron la casualidad como el detonante de la fatalidad, morimos en un accidente. Para ellos, seguramente me habías encontrado en un paradero del pueblo, me estabas regresando a casa .Mi marido no llegó a sospechar de ese viernes, como en los anteriores, nos habíamos escapado para hacernos amantes, cabalgar sobre el gusto de arriesgar.
La luna azul, la luna azul… Entre sus penumbras, sus musgos y sus dardos fuimos aladas, animales feroces comiendo lo mejor del otro. Nuestros cabellos supieron formar una sombra entera siendo dos seres distintos. Los espejos de aquel hotel perdido quedaron asombrados de cuánto puede hacer el placer por dos mujeres hartas de su vida cotidiana ¿Vale ser tan correcta cuando una misma es una ruina? ¿Sirven esos sábados metódicos y monótonos de supermercado, cuando las cifras se exageran y asfixian llevando cuentas interiores claras, duras de aguantar?
Íbamos a escapar, decíamos. Nuestros maridos eran amigos, hinchas de cervezas frías como vidas rutinarias .Reíamos con la probabilidad de que se hicieran amantes y ellos fueran los que dieran el primer paso. Pero no fue así.
En la noche de la luna azul nos matamos sin prejuicios, desmaquilladas, en una carretera del pueblo.
Dos mujeres nunca son sospechosas de amores falsamente distintos. Dos mujeres pueden ir al baño juntas, admitirlo como normal. Dos amigas se encierran en su cuarto y hablan de maridos, jefes, padres delirantes. Hablan de lo que comen los niños y explican como mean contra su voluntad, las abuelas. Hablan, hablan, hablan…
Hablan de estirar salarios y disimular comportamientos alterados. De pitos flojos y árbitros sin cojones, pero ruidosos. Dos mujeres callan por siglos, se besan con facilidad asombrosa, aunque sean enemigas. Sus fantasías nunca asoman mas alla de una risa o una guarrada verbal leída en una revista reseca de manos húmedas, carne de peluquería.
Nosotras atravesamos esos juegos, hablamos de política, del mundo, de la estupidez de la iglesia. De las marchas forzadas, de los mineros, de los atascos reteniendo algunos sueños, de los asaltos a los supermercados. De los Urdangarines e infantas impermeabilizadas, de esperanzas forzadas, de bolsas de basura cargadas de dinero. Del paro en general, y el “de tu cuñado Oscar en particular”, de las hormonas maniatadas. De que si viene una guerra mundial iríamos a un bunker a comprobar si las cucarachas viven ochos días sin cabeza y no mueren de eso, sino de sed.
Hasta que un día mi niño vomitó y vomitó -Los domingos no hay pediatra para diagnosticar nada-. Tu me consolaste porque era noche de futbol .En la puerta de casa dijiste que verme llorar era algo insoportable para ti, me tomaste la mano, besaste mi boca .Temblaste diciendo lo imposible que es encontrar remedio para la hermosura y que me lavara, porque aun olía a vomitona infantil…Quedé suspendida en la gelatina del asombro y la sopa con estrellitas que es ser feliz.
A partir de allí, hubo cambios. Mi marido otra vez comenzó a seguirme, decía que estaba más guapa y mi sexo sabía a los primeros años .Comprendí burlonamente que los fracasos son como los embarazos seguidos. Él decía:” esta vez nos vamos a recuperar” a pesar de la hipoteca, la mierda de los ERE, las primas de riesgo y su reputisima madre:”Niña, se me pone tiesa cuando te pienso, antes de llegar a la rotonda que está cerca de la casa”.
Esos sucesos sorprendentes, hicieron que entre las dos, encontráramos ese hotelito perdido para nuestros juegos. Llevábamos whisky, carmín rosado, latas de atún y cartas de tarot para ahuyentar el presente y leernos el futuro .Tus cartas decían de un viaje inminente, las mías que el camino se abría...
Llegamos a esa noche de luna azul, luna azul…”El fenómeno, que no incluye un cambio de color del satélite natural de la Tierra, suele suceder una vez cada dos años y medio. Es más probable que ocurra cuando el primer plenilunio cae en el primero o segundo día del mes. Eso es lo que ocurrió en este caso, ya que el 2 de agosto hubo una luna llena.”
Esa luna azul nos salvó de la asquerosa ley de vida, dándonos la eternidad en un frenazo .Aunque no vivimos juntas, la muerte la estamos gozando para siempre. Nuestras familias lloraron. Nosotras juntas volamos.
Ahora somos la rubia y la morena, apariciones de carretera. Vestidas de niñas antiguas, cantando como sirenas… Esperando la luna azul, para abrirle puertas a quien necesite huir del dolor, como nosotras en esa luna azul, escapamos...