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Sevilla

El lago de los cisnes cautiva al público en el Teatro Maestranza

La escena final, un emotivo clímax donde la fuerza del amor triunfa, desató una ovación estruendosa

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Una fusión de talento y pasión que ha deslumbrado en el teatro.

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Vibrante. Así es como se puede describir la impecable actuación de El lago de los cisnes que este fin de semana ha hecho escala en Sevilla con una interpretación actualizada a cargo del renombrado coreógrafo francés Angelin Preljocaj. Una emocionante versión que destaca por su enfoque en la conciencia ambiental, demostrando por qué Preljocaj es uno de los coreógrafos más admirados y sorprendentes de nuestros tiempos.

Con la inmortal música de Tchaikovsky y una coreografía que quita el aliento, este fin de semana, el Teatro de la Maestranza se vistió de gala para acoger una de las obras más emblemáticas del repertorio clásico: El lago de los cisnes. 

La anticipación era palpable en el aire, mientras un público diverso, desde aficionados del ballet hasta familias enteras, comenzaba a llenar el histórico recinto, ansioso por presenciar la magia de esta pieza inmortal.


Desde que el telón se levantó, quedó claro que la noche sería inolvidable. Ya con las primeras notas toda la audiencia quedó envuelta en una atmósfera de ensueño.

La coreografía, una mezcla impresionante de técnica clásica y expresividad artística, cobró vida en el escenario del Maestranza. Los bailarines, con sus movimientos precisos y ágiles, narraron la historia de amor y tragedia, transformaciones y hechizos, y del bien y del mal.

La protagonista, en el papel de Odette/Odile, demostró una dualidad impresionante, capturando tanto la vulnerabilidad del cisne blanco como la seductora malevolencia del cisne negro. Su interpretación, junto con la del príncipe Siegfried, trazó un viaje emocional que mantuvo al público cautivado de principio a fin.

El diseño de escenografía añadió una capa de encanto visual a la noche. Los decorados, junto con el ingenioso uso de la iluminación, lograron captar la esencia de uno de los ballets clásicos más emblemáticos, pero con un toque innovador. Los trajes, ricos en detalles y colores, consiguieron sumergir aún más al público en la historia.

Uno de los momentos más emotivos fue la escena final, donde el poder del amor se enfrenta a la oscuridad del hechizo. La música, la danza y la escenografía convergieron para crear un clímax estremecedor.

Al finalizar la representación, el aplauso fue estruendoso y prolongado, con el público puesto en pie, reconociendo no solo la majestuosa actuación de los bailarines, sino también el trabajo de todos los involucrados en traer esta producción a la vida. La actuación de El lago de los cisnes en el Teatro de la Maestranza quedará, sin duda, como una de las interpretaciones más memorables de esta obra maestra, recordando a todos los presentes el poder transformador del arte.

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