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Sevilla

Lunes Santo: mañana de agua y tarde de bulla

San Pablo y Santa Genoveva se quedaron en casa pero el resto, San Gonzalo y Redención con retraso, consiguieron hacer su estación de penitencia

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Lunes Santo en Sevilla.

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  • La lluvia había aguado la estación de penitencia de dos de las hermandades más significativas del Lunes Santo de Sevilla, San Pablo y Santa Genoveva
  • San Gonzalo y La Redención abrían con retraso la nómina de la jornada y la gente se echó a la calle y de qué manera
  • La jornada de tanto contraste, de lágrimas y de sol, de tristezas y alegrías, de resignación y júbilo, la cerraba puntual la Hermandad del Museo

La bulla volvió a Sevilla en un Lunes Santo en el que marcado por la lluvia, por su presencia y por su ausencia, porque si durante la mañana frustró las salidas procesionales de San Pablo y Santa Genoveva, dos de las hermandades más características de la jornada, con recorridos muy largos, ya por la tarde provocó que todos los sevillanos y turistas salieran en tromba a la calle y llenaran el centro, las mismas zonas de siempre, donde la estrechez y los cruces hacían imposible el caminar, moverse, circular...

La lluvia había aguado la estación de penitencia de dos de las hermandades más significativas del Lunes Santo de Sevilla, San Pablo y Santa Genoveva, en una mañana de lágrimas y tristeza que, sin embargo, dieron paso  a una tarde esplendorosa y que comenzó con retraso, cuando las dos siguientes cofradías, la populosa de Triana de San Gonzalo y La Redención retrasaban su salida esperando que el cielo amainara y, finalmente, a las cinco de la tarde, decidían poner sus hermandades en la calle, a paso de lluvia porque había que cumplir el horario. El sol hizo el resto y la gente se echó a la calles, al centro, y de qué manera.

La mañana amanecía aciaga con fuertes chubascos y algunas rachas de viento que no presagiaban nada bueno y a pesar de los numerosos devotos y fieles que se arremolinaban cerca de la parroquia de San Ignacio de Loyola, la Hermandad de San Pablo decidía, después de media hora de retraso, no realizar su estación de penitencia. Con más de trece horas de recorrido en la calle, la lluvia pertinaz hacía inevitable la decisión.


La Unidad Militar de Emergencias rezaba cantando en el interior de la parroquia a la Virgen del Rosario mientras la Banda de las Cigarreras entonaba en su estreno “Tu Soleá, Rosario”, obra de Natalia Martín, componente de la formación. Abrazos, lágrimas y tristeza en espera de que el próximo Lunes Santo la Hermandad de San Pablo pueda lucirse como le gusta y realizar su estación de penitencia.

Las mismas escenas de tristeza se reproducían casi al unísono en la parroquia de Santa Genoveva, otra de las hermandades con más de doce horas de recorrido. La Junta de Gobierno decidía no realizar su estación de penitencia y abrir sus puertas a primera hora de la tarde para que sus devotos pudieran acompañar en vía crucis a Nuestro Padre Jesús Cautivo en el Abandono de sus Discípulos y Nuestra Señora de las Mercedes Coronada.

Pasadas las horas, la lluvia se iba haciendo más intermitente y menos abundante pero seguían los paraguas abiertos. Así, tanto la hermandad de San Gonzalo como La Redención decidían retrasar media hora su salida, en espera de ese claro que les permitiera salir a realizar su estación de penitencia. Y se abrían las esperanzas cuando la hermandad de Triana y decidía abrir sus puertas una hora y media más tarde, anunciando que tendría que recuperar tiempo saldría directamente por la calle Nuestra Señora de la Salud a la Avenida de Coria y, en su saludo a la Hermandad de la Estrella en San Jacinto, sólo pararían para las oraciones.

A que pasara el último frente esperaba la cofradía de La Redención formada en el interior de la iglesia de Santiago Apóstol para comenzar su estación de penitencia con más de una hora y media de retraso sobre el horario previsto, lo que la obligaba, como a San Gonzalo, a acelerar el paso para llegar a Carrera Oficial, aunque la ausencia de las dos cofradías de la mañana en las calles iban a dar cierto aire a los horarios. De hecho, al final, los retrasos tras la salida de la Catedral no superaban los cinco minutos y algunas iban hasta con adelanto.

Los restos de la lluvia que aún se mantenían en el aire con los primeros tramos de nazarenos de San Gonzalo o del Beso de Judas se iban disipando y el sol, anhelado astro para el cofrade en estos días, volvía a relucir en el cielo de Sevilla

Ya no había dudas y Santa Marta y Las Aguas, con poco tiempo de diferencia, abrían las puertas de sus templos para iniciar su estación de penitencia con el temor disipado, aunque la Aemet seguía insistiendo en que la estabilidad no era completa. Pero ya nada parecía presagiar que la tarde-noche se truncara.

Cuando Vera-Cruz y Las Penas decidían poner en la calle su cruz de guía, ya sin duda alguna ni mirada al cielo, el centro histórico de Sevilla estaba a reventar y las bullas se reproducían por San Pablo, Reyes Católicos, Zaragoza, Velázquez, Rioja, Magdalena, Arenal, Arfe, Postigo, Molviedro, Castelar, García de Vinuesa, Alemanes, Cuesta del Bacalao, Francos, Salvador... esos puntos considerados críticos y donde es casi inevitable que cualquiera quiera ver la verdadera Semana Santa. Inevitable bulla tras los chaparrones del Domingo de Ramos, la mañana que se arrastraba y las previsiones que se esperan, que no hacen más que anunciar que el agua seguirá más que presente en las siguientes jornadas.

La jornada de tanto contraste, de lágrimas y de sol, de tristezas y alegrías, de resignación y júbilo, la cerraba puntual la Hermandad del Museo, con su numeroso cortejo de pequeños monaguillos que abren paso a unas tallas, el Cristo de la Expiración y la Virgen de las Aguas, son en sí un patrimonio de Sevilla, la sobriedad hecha cofradía.

Mientras, el palio de La Paz, Jesús Despojado y La Cena realizarán su traslado a sus respectivos templos a partir de las nueve de la mañana de este Martes Santo y tendrán que terminarlo antes de las once, media hora antes de que comience su estación de penitencia Las Aguas, la primera en comenzar su caminar hacia la Catedral, donde se refugiaron las tres cofradías el Domingo de Ramos por la lluvia.

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