Resulta que los temas clásicos de las marchas procesionales casi han desaparecido de la Semana Santa y escucharlas en plena calle viendo cualquier procesión se ha convertido en excepción. Y lo peor es que ha sido suplido por unas músicas carentes de sentido religioso e incluso de suficiente calidad. Si esto sucede con las marchas, peor aún sucede con las músicas de cornetas y tambores, donde la falta de identidad con la Semana Santa raya en verdaderos esperpentos. Muchísimas personas no solo echan de menos las marchas clásicas y los sones tradicionales de cornetas y tambores, sino que oyen incrédulas las melodías de las nuevas músicas cuyos sones nadan tienen que ver con la religiosidad popular sevillana, y a veces ni siquiera con la propia música por su falta de identidad.
El primer ataque a las marchas clásicas vino por la vía de los arreglos. ¿Arreglos? Sí, lo que quiere decir enmendarle la página a autores de la categoría de los Font, Farfán, Pantión, Zarzuela y otros muchos. Los arreglos son casi siempre una tomadura de pelo, un “algo” para justificar el cobro de derechos de autor. Ese fue el principio que luego se continuó con ese tachín-tachín y tantán-tantán que desespera a los que recuerdan las preciosas marchas cofrades que tiene el catálogo sevillano. Marchas que cumplieron décadas de esplendor de la Semana Santa durante casi todo el siglo XX y que solo escucharlas sensibiliza a los sevillanos hacia las imágenes y la espiritualidad, unas músicas que reflejan con rectitud la idiosincrasia de los sevillanos.
Ahora resulta que para oír esas marchas señeras hay que irse a Málaga, Jerez, Córdoba y otras ciudades andaluzas o castellanas, pues resulta que en ambas Castilla hay más respeto por los autores sevillanos que en la propia Sevilla y sus marchas son de obligada escucha en sus Semanas Santas.
La situación actual es abusiva e incomprensible. Refleja un desorden y falta de criterios que no debe admitirse. ¿Cómo es posible que las Hermandades y Cofradías y el mismísimo Consejo General admitan lo que viene pasando año a año con las músicas de la Semana Santa?
No podemos seguir así. Hay que recuperar la música clásica tanto en marchas como en cornetas y tambores. Basta escuchar unos discos antiguos para contrastar las diferencias entre el ayer aún cercano y el hoy. Resulta incomprensible.
Para mejor comprender lo que siempre significó la música cofrade, tenemos una obra única, excepcional, que es el libro de Manuel Carmona Rodríguez, único en su género y que se titula “Un Siglo de Música Procesional en Sevilla y Andalucía”, publicado por segunda vez en el año 2000 y que constituye una enciclopedia imprescindible para conocer y valorar lo que representa la música procesional cofrade. Una obra de muchos años de trabajo e investigaciones que además aparece espléndidamente ilustrada.
Todos los títulos de las marchas, todos los nombres de los autores, todas las biografías, todas las circunstancias históricas de cada obra; es decir, un compendio de conocimientos que acreditan los valores excepcionales que la música procesional añade a la Semana Santa.
Próxima ya las procesiones, esperamos que los sevillanos estén atentos a las circunstancias que nosotros hemos denunciado y acrediten con su opinión las razones que exponemos para que las Hermandades y Cofradías, y en su defecto el Consejo General, tomen cartas en el asunto y exijan a los responsables de las bandas que respeten la historia musical sevillana.
Una cosa es admitir la incorporación de obras nuevas que añadan valores al catálogo musical y otra muy distinta que cada año exista una especie de competición entre los autores deseosos de resaltar como sea. Hay, pues, que recuperar las marchas clásicas, las que siempre fueron acompañantes de la Semana Santa, las que hicieron decir al compositor Stravinski en el puente de San Bernardo aquella frase tan sencilla como certera: “Estoy escuchando lo que estoy viendo, y veo lo que escucho”.