El comercio entre España y China aumenta las emisiones globales de dióxido de carbono. Esta es una de las principales conclusiones a las que han llegado los investigadores de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de Albacete, Luis Antonio López, Guadalupe Arce y Jorge Enrique Zafrilla, en su artículo 'China, refugio de emisiones de España', recientemente publicado en la revista de divulgación científica 'Investigación y Ciencia'.
Este artículo resume su trabajo de investigación: 'Parcelling virtual carbon in the pollution haven hypothesis' que fue publicado el pasado año en la revista 'JCR Energy Economics', ha informado la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) en nota de prensa.
Los autores del trabajo, miembros grupo de investigación Global Energy and Environmental Economics Analysis Research Group (GEAR) de la UCLM, que forma parte del Campus de Excelencia Internacional en Energía y Medioambiente CYTEMA, muestran en su trabajo la hipótesis de refugio de emisiones que confirma que las empresas localicen su producción en países con leyes medioambientales débiles.
"Los resultados demuestran que si el comercio internacional de mercancías entre España y China no hubiera existido se hubieran reducido las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera en 29.667 kilotoneladas", indican.
Las dos principales razones que detallan son el elevado déficit comercial de España con China y la mayor intensidad energética y de contaminación del país asiático.
"Mientras que el crecimiento económico de China se sustenta por el uso masivo de combustibles fósiles como el carbón, usado principalmente en la producción de energía eléctrica, la economía española se ha visto inmersa en una reconversión del sector eléctrico, en la cual la irrupción de las energías renovables y la sustitución de carbón por combustibles fósiles más eficientes, como el gas, ha sido una realidad", señalan.
Otra cuestión que se subraya en el artículo son las repercusiones en política comercial y medioambiental. El hecho de que los bienes comercializados entre ambas economías sean directamente poco contaminantes, como juguetes, tabletas, ordenadores, etc., desaconsejan la reducción del comercio como forma de mitigar el cambio climático.
"En su lugar, parece más adecuado facilitar la transferencia de tecnología más eficiente y de energías renovables en aquellas industrias altamente contaminantes", afirman los autores.
En todo caso, continúan, la responsabilidad no sólo recae en ambos gobiernos, sino también en las empresas que deslocalizan su producción hacia China y en los consumidores españoles que adquieren esos productos.
"Por tanto, estos últimos si dispusiesen de una adecuada legislación podrían, a través de sus decisiones de consumo, guiar la economía mundial por una senda de desarrollo más sostenible", concluyen.