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Los españoles con menos estudios viven menos y con menor calidad de vida

El estudio constata que, durante el período analizado, los hombres con estudios superiores vivían unos 5 años más

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Las personas con mayor nivel educativo en España tiene más esperanza de vida y viven más años con calidad de vida que aquellas menos instruidas, según un estudio del Centro de Estudios Demográficos (CED-UAB) que hoy publica la revista 'Perspectivas Demográficas'.

Los demógrafos del CED han hecho el estudio con datos del Instituto Nacional de Estadística recogidos entre 2017 y 2019 relacionando las variables socioeconómicas con la salud y la mortalidad en toda la población española.

El estudio constata que, durante el período analizado, los hombres con estudios superiores vivían unos 5 años más que aquellos que tienen estudios primarios o inferiores, una diferencia que en las mujeres es algo menor, de poco más de 3 años.

El trabajo también indica que la diferencia de esperanza de vida entre hombres y mujeres, mayor en estas últimas, tiende a reducirse a medida que aumenta el nivel educativo.

El demógrafo Sergi Trias-Limós, uno de los autores del estudio, ha explicado a Efe que estas diferencias no se deben "en ningún caso" a factores relacionados con la biología, sino que puede responder a otro tipo de cuestiones, como que las personas con menor nivel educativo "suelen tener trabajos más físicos, unas relaciones sociales diferentes y un menor conocimiento del cuerpo humano y las enfermedades".

La esperanza de vida en España se sitúo en 82,4 años en el año 2020 -85,1 en el caso de las mujeres y 79,7 en el de los hombres-, un año y medio menos por culpa de la pandemia, aunque Trias-Limón explica que este indicador no es suficiente para analizar la mortalidad, ya que "puede ocurrir que la mayoría de las personas muera cercana a los 80 años o que otras muera a los 60 mientras otros viven hasta los 100 años".

El estudio demuestra que esta desigualdad o variabilidad en la edad de la muerte es mayor entre los que no tienen estudios superiores, un 27 % en los hombres y un 23 % en las mujeres, es decir, la vida de la población con mayor nivel de estudios tiende a tener una duración más equitativa, algo que hace que estas no sean solo más extensas de media, sino también más homogéneas.

Según Trias-Limós, existe una relación entre un mayor nivel educativo y una menor mortalidad evitable, aquellas causas de muerte relacionados con los comportamientos y los estilos de vida, aunque con una excepción: las mujeres de entre 50 a 74 años que desarrollan cáncer de pulmón, ya que fueron las más instruidas y las primeras que empezaron a fumar.

"Ahora esto ha cambiado y es en edades más jóvenes cuando se dan las tasas más elevadas de tabaquismo y cáncer y en las mujeres con menos estudios", ha puntualizado el investigador.

Según el trabajo, el nivel educativo también afecta a los años que vive una persona gozando de una buena salud, porque, a partir de los 30 años, las mujeres pueden esperar vivir en buen estado de salud otros 29,5 años si tienen pocos estudios, mientras que si tienen estudios superiores viven con buena salud hasta 44,2 años más, es decir, más de 14 años de diferencia.

En el caso de los hombres la diferencia es de 10 años, aquellos sin estudios se espera que vivan unos 30,9 años con calidad de vida a partir de cumplir los 30, mientras que los que tienen estudios superiores se espera que lo hagan otros 41 años.

De estos resultados, los investigadores extraen lo que denominan la "paradoja de la salud", es decir, las mujeres viven durante más años, pero lo hacen en peores condiciones.

Según Trías-Limón, la esperanza de vida aumentará en las próximas generaciones porque aumentará el nivel de estudios, aunque advierte que esto tiene que ir acompañado de buenas políticas y que las desigualdades pueden crecer en los próximos años debido a la COVID-19.

Los autores del estudio creen que la llegada de generaciones de mujeres cada vez más instruidas puede ayudar a mejorar las condiciones de salud del conjunto de la población femenina en las próximas décadas y a reducir las brechas de salud entre hombres y mujeres.

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