Brown, que el domingo ya condenó firmemente el ataque, viajó ayer a la zona para entrevistarse con los mandos militares y principales líderes políticos, a fin de aunar una respuesta al primer atentado contra uniformados británicos desde el año 1997.
Paralelamente, la Policía informó de que se están examinando imágenes captadas por cámaras de seguridad situadas cerca de la base de Massereene (a unos 25 kilómetros al norte de Belfast), blanco del ataque, mientras se buscan pruebas en un coche abandonado que, según se cree, sería el de los terroristas.
El IRA Auténtico, una escisión del ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA), se atribuyó este domingo, mediante una llamada telefónica a un diario dublinés, el atentado perpetrado el sábado, en el que murieron dos soldados y fueron heridos otros dos militares y dos repartidores de pizzas.
Tras reunirse con los dirigentes políticos en la asamblea de Stormont, el jefe del Gobierno británico aseguró que el mensaje de todos los partidos era de unidad para afrontar las consecuencias de un suceso que ha traído indeseados recuerdos de 30 años de conflicto armado en la región.
“(Todos los políticos) quieren enviar el mensaje al mundo, como yo también lo hago, de que el proceso político no será, y no puede ser jamás, quebrantado”, afirmó Gordon Brown.
“De hecho –incidió el premier–, el proceso político es ahora inquebrantable”.
El superintendente del Servicio de Policía de Irlanda del Norte (PSNI) al frente de las investigaciones, Derek Williamson, explicó ayer por su parte que “algunos de los acontecimientos” de la noche del sábado fueron captados por las videocámaras.
Además, se ha localizado en Randalstown, a unos 11 kilómetros de la base militar, el que, se cree, es el coche de los terroristas, un Vauxhall Cavalier verde matrícula TDZ 7309, que habría sido comprado dos semanas antes y presenta signos de que se intentó quemarlo.
Según las fuerzas del orden, el atentado lo perpetró una pareja de pistoleros enmascarados que abrió fuego indiscriminadamente desde un vehículo –con el que se dio a la fuga después– cuando las puertas de la base dejaban entrar a dos repartidores de pizzas.