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Ronda

Noche de Silencio y canto gregoriano

La Hermandad del Cristo de la Sangre se vuelve a acompañar de una coral

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Tres aldabonazos en la puerta de Santa María llamaron un año más al Silencio, esta vez cuatro minutos antes de las once. Dentro de la colegiata, sin embargo, no cesaba el canto gregoriano, como cada año. Y, tras los golpes, se abrió la Iglesia Mayor y se descorrió el gran toldo que tapaba a la vista del público congregado en la Plaza del Silencio lo que acontecía desde minutos antes en el pasaje del Sacristán Vicente Becerra. Escondidas las maniobras por una enorme tela color sangre, marcada con el escudo de la hermandad sacramental, se oyeron las instrucciones de Antonio Hernández Mejías a sus hombres; sobrecogedora la imagen con el paso sobre los caballeros horquilleroscuando se apartó esa cortina; sonó por primera vez el tambor. El trono se movía hasta que descansó para esperar la salida de todo el cortejo.

Se encendieron una decena de antorchas para flanquear esa comitiva. Las luces se entregaron al público. Poco después quedarían apagadas las farolas y focos de la propia Plaza del Silencio como de calle Armiñán y el Puente Nuevo.

Comenzó el desfile de penitentes. Hasta 300 acompañaron el cortejo. Tras la Cruz de Guía, cadenas, pecados y virtudes. Rojo y blanco en los atavíos del Silencio. Negro para los penitentes que portaron las cruces grabadas en sangre con los pecados capitales. Blanco pureza para quienes portan las banderas con las virtudes correctoras.

Y este año, como el pasado, cuando la presencia del pertiguero y sus acólitos, con cuatro ciriales, anunciaban que el trono debía incorporarse al cortejo, el canto gregoriano se trasladó a la calle. Y es que la Hermandad volvió a incorporar a la procesión el rezo a la Schola Gregoriana Sancte Benedicte, dirigida por Lorenzo Ramos, nacida hace 10 años en Benalmádena; con hábito blanco y capucha, el hábito de los monjes, este grupo acompañó el cortejo tras el trono. El rezo cantado se mezó con el sonido del tambor que guió los pasos del Cristo de la Sangre y Nuestra Señora del Mayor Dolor.

La luna, casi llena, en una noche calurosa de primavera. Con la calle Armiñán a rebosar de gente, así como el Puente Nuevo y toda Virgen de la Paz, tal y como lo estaba la propia Plaza del Silencio. Pero pese al gentío, el Silencio imperó en la noche del Miércoles Santo en Ronda.

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